VIVIR ENTRE LOS MIEDOS LÍQUIDOS Y SÓLIDOS
Son muchos las
acepciones que podemos definir sobre el concepto de sociedad por su connotación
universal; no obstante, el trasegar por nuestra búsqueda de seguir construyendo
caminos es de la sociedad humana, caracterizada ésta como el grupo de
ciudadanos o individuos marcados por una cultura en común en su campo de acción
y actuación especifica. Estas situaciones problémicas y manifestaciones
culturales de naturaleza diversa nos permite adentrarnos en el análisis y
reflexión sobre el comportamiento de los ciudadanos, de la comunidad, de las
instituciones del Estado, etc. No pretendo hacer una disquisición histórica
sobre las etapas de la humanidad, más bien un salto histórico desde la
modernidad hasta la postmodernidad o contemporaneidad, lo que permite ubicarnos
en la obra ‘Tiempos Líquidos’ de Zygmunt
Bauman, cuando afirma que “la vieja sociedad sólida construida sobre bases
estables como la familia, el empleo o las instituciones políticas, se han
desvanecido y que la postmodernidad ha roto todos sus anclajes. Nos morimos en
un entorno precario y cambiante en el que antiguos valores como la fidelidad,
la renuncia, han perdido su significado eso es la sociedad líquida…”
Es cuestión de
pensar, posicionarnos y observar como la vida nos fragmenta, se reduce la
historia política, se reviven los miedos que absorben y limitan a los
ciudadanos en su lectura y en el quehacer de las instituciones públicas y
privadas, los proyectos estatales que se presentan a la comunidad son
cortoplacistas sin secuencias compatibles en los programas de gobierno en
tiempo y espacio, esto se presenta a nivel local, regional, nacional, etc.
Negando de esta manera los conceptos de desarrollo y progreso. Este es una
forma de revivir los miedos sociales en la sociedad solida y liquida que
también se expresa en las políticas públicas, de globalización negativa, que
terminan globalizando a los países pobres y a sus ciudadanos. Es dilemático ver
como circulan las mercancías sin control interpaíses, esto repercute sobre los
niveles que vive la gente o entre lugares del orbe creando anarquía en la
economía de países vecinos, también afloran los miedos colectivos de la
ciudadanía que a falta de bienestar social se conforman con la protección y
seguridad personal, emulando a Ray Surette que a reglón seguido dice: “El miedo
que se ve por televisión se parece a uno en que los ciudadanos ovejas son
protegidos de los ‘Delincuentes lobos – por policías – perros pastores’ “.
Rompiendo con la seguridad comunitaria propia de la sociedad sólida que
mantenía unos lazos de solidaridad internos y de convivencia hacia la vecindad,
los miedos a los miedos siguen generalizándose agenciados por algunos medios
con su lema: “si quieres paz prepárate a la justicia”, este es impulsado por
sectores retardatarios de la vida política nacional con el propósito de
amedrantar y desideologizar a la ciudadanía con su adoctrinamiento nefasto, diciendo
que la paz social es el invento de ideologías foráneas o importadas que tratan
de crear nuevos sistemas de gobierno, olvidándose que no pueden existir
derechos políticos sino existen derechos sociales y que no pueden existir
derechos sociales sino existen derechos políticos. En el ámbito nacional si nos
trasladamos a la sociedad sólida y recordamos el estado confesional que
discriminaba a los ciudadanos por su condición de raza, género y religión, al
igual que negaba que el poder supremo recae sobre el pueblo, estos miedos
propios de esa sociedad se aniquilan con la concertación de fuerzas y sectores
políticos con el acompañamiento ciudadano en la sociedad líquida, hoy contamos
con un nuevo Estado laico; entonces, ¿por qué le tenemos miedo al miedo en este
proceso de reconciliación y de paz social?.
Si hacemos un giro
mental y nos tocamos los bucles del pensamiento concluimos que la sociedad
sólida moderna y la sociedad líquida postmoderna ha llevado a algunos
periodistas, escritores, editorialistas, directores de programas y medios de
comunicación a negar la libertad de prensa y de expresión convirtiéndola en una
libertad de empresa que responda a interés de las agendas gubernamentales del
país, a que la información ciudadana y las decisiones respondan siempre a los
gobiernos, ministerios y secretarias de los entes territoriales; ese es otro
miedo a mantener informado a los ciudadanos donde no existan fronteras y la
verdad no sea reeditada. Sumándose a
esto los miedos de los educadores que son evaluados en la sociedad líquida como
mecanismo de congelación salarial, no ascenso al escalafón, cercenamiento de
cátedra a diferencia de los educadores de la sociedad sólida o moderna que
cuentan con estabilidad laboral y que se extingue en el transcurrir del tiempo;
es otro miedo a educar, enseñar y disentir.
Estamos en una época
de cambio; como parte de esta sociedad en la aldea global nos corresponde
asistir y participar como una obligación en la búsqueda de respuestas y
soluciones. Baltasar Garzón en su libro ‘Un Mundo Sin Miedo’, nos alimenta
política y espiritualmente cuando nos dice “la condición humana consiste en
luchar constante y permanentemente para cambiar el mundo y mejorar nuestra
existencia”; por eso, es válido crear y conformar frentes que combatan la
explotación de nuestros hermanos planetarios por aquellos criminales de la
política, pensando en un mundo que no le tenga miedo al miedo, tomando al miedo
como una forma de lucha para hacer de los humanos más humanos, no más miedo a
la libertad, asimilando lo que nos dice Eduardo Galeano “El enemigo a vencer es
el miedo: el miedo al cambio, el miedo a la vida, el miedo a ser, el miedo a
hacer”. Esto podría ser la ruta para crear una sociedad más justa con la
seguridad de seguir viviendo al son de una vida sin miedo.
PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
DOMINGO 10 DE AGOSTO DE 2014
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