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LA EVALUACION DEL APRENDIZAJE




LA EVALUACION DEL APRENDIZAJE




 Por Hugo Castillo Mesino

La evaluación se define como un componente del proceso docente educativo con carácter de control; muy diferente a su filosofía, como la síntesis del proceso docente educativo donde se evalúa el desarrollo de los elementos curriculares y fundamentalmente los niveles de aprendizajes del alumno. Es válido que nos fijemos pautas reflexivas y nos preguntemos: ¿qué es lo que los colegas docentes evalúan en el desempeño del educando?, dado que algunas veces la evaluación suele convertirse en traumática al final de cada periodo al entregar el informe descriptivo cualitativo o boletín a sus educandos, aduciendo factores de responsabilidad o carga académica; olvidándose conscientemente de que la evaluación es integral y permanente y depende de las estrategias y de la  concepción pedagógica que encarne el docente. Es importante disertar un poco sobre la evaluación en los términos teóricos como nos lo plantea Carlos M. Álvarez de Zayas en su libro “Pedagogía como ciencia”, al definir a la evaluación como “un eslabón que en su desarrollo, nos da la medida de que lo aprendido por el estudiante se acerca al objetivo propuesto” y, a la vez sostiene, en otras de sus obras “Hacia una escuela de excelencia”, que: “la evaluación se corresponde a cada instancia organizativa, es decir, tiene distintos niveles de sistematicidad: una evaluación para el tema y otro para la asignatura; nivel de asimilación que pueden ser reproductivo y productivo; nivel de profundidad referido al contenido de las preguntas correspondiéndose con el de los objetivos y sobre todo con el tipo de problemas que ha ido desarrollando el estudiante durante el desarrollo del proceso docente-educativo; y, por último, el objetivo educativo que también es evaluado por el docente”. La evaluación es, por tanto, un componente que caracteriza el estado de una instancia dada, tema o asignatura, etc., como pueden ser los objetivos y el contenido.

Ahora bien, cuando interpretamos los fundamentos filosóficos, sociológicos, antropológicos y pedagógicos del Proyecto Educativo Institucional, éste por lo general se caracteriza por definir que la formación del educando debe ser integral y responder al encargo social que demanda la sociedad del cambio. No obstante cuando evaluamos al educando privilegiamos la dimensión cognitiva, pero que adolece de los aspectos constitutivos que la integran; negando la integralidad de la misma y cuando lo hacemos el referente básico son los contenidos de la asignatura o del tema que desarrollamos. Esta actitud contraviene el carácter formativo integral que tienen otras dimensiones de la evaluación como la procedimental y la actitudinal.

En mi condición de militante pedagógico sociabilizo algunos aspectos metodológicos, producto de mis ejercicios, reflexiones y ruptura conceptual que bien pueden servir a la comunidad educativa y generar una discusión sana para la implementación de un sistema de evaluación de los aprendizajes, el cual tiende a destacar qué aspectos debemos tener en cuenta en la Dimensión Cognitiva al evaluar a los educandos; por ende, acorde con el diseño curricular de la asignatura que imparte el educador. El punto de partida en la evaluación de los aprendizajes en la Dimensión Cognitiva con sus respetivas variables se expresa en: la capacidad de percepción del educando, la reflexión analítico crítica, el manejo de situaciones, los trabajos de consultas, la evaluación de exámenes, los trabajos investigativos, las pruebas de comprensión y las apreciaciones cualitativas. Vistas las cosas de esta forma evaluaríamos en el educando la Dimensión Procedimental que comprende: conocimiento de la ciencia o la disciplina del saber, formulación de problemas, planteamiento de hipótesis, producción oral y escrita, participación en foros y debates y trabajos independientes. Por último, la Dimensión Actitudinal con sus variables, entre ellas las siguientes: relaciones interpersonales, respeto, trabajo grupal, trabajo voluntario, manejo de las emociones, puntualidad y responsabilidad, disciplina, autoevaluación, coevaluación y asistencia.

Concebimos la evaluación como la síntesis del proceso donde interactúan todos los componentes del acto educativo y, para que esta se traduzca en los resultados donde se plasman los aprendizajes de los educandos al ser evaluados, es conveniente hacer un rediseño al definir la evaluación de los mismos. Es por ello que el docente debe apropiarse de las tres dimensiones de la evaluación y hacer el ejercicio, ya sea literal o numéricamente, que implique al final cuál es la calificación que obtiene el educando.
Es pertinente que el docente se apropie de estas dimensiones diseñando una matriz o planilla con sus respectivas variables traduciéndolas en códigos; a manera de ilustración, en la Dimensión Cognitiva una de sus variables es la capacidad de percepción del educando, su código puede ser CPE; en ese mismo orden, en la Dimensión Procedimental se visiona su primera variable conocimiento de la ciencia o la disciplina del saber, su código o identidad sería CC-DS. Es decir, cada variable de cada dimensión puede ser codificada por sus siglas. Y al final condensar qué tipos de logros alcanzó el educando.

Esta propuesta no pretende ser estandarizada porque cada una de las disciplinas o asignaturas definen una concepción, sistema de conocimientos, métodos, medios y campos de actuación. La evaluación del aprendizaje planteado debe responder a la corresponsabilidad de docentes y educandos.
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