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LA CORRUPCIÓN AYER Y HOY

LA CORRUPCIÓN AYER Y HOY
 
   
 

 
   
  
     
      
Por Hugo Castillo Mesino

Ayer, después de 24 años, mientras la ciudad dormía, empecé a conversar conmigo mismo, lanzando miradas al periodo gubernamental de 1990-1992, donde la ciudad fue desangrada por la corrupción proveniente de una clase politiquera que mantenía su empoderamiento en los entes de control y sus acciones cohabitaban en las empresas del Estado Municipal; por tanto, los funcionarios eran untados de prebendas y caían en actos que atentaban contra la Administración Pública y el desarrollo de las políticas de bienestar social. Es ahí donde me detengo a diagnosticar lo poco que se dijo de aquel periodo silenciado por muchos y tal vez denunciado por pocos, dado que hice parte de aquella gestión pública en Barranquilla como Director de la Caja de Previsión y detecté que el fenómeno de la corrupción era inconmensurable estando plagado en todas y cada una de las dependencias o rincones de roedores, donde las prácticas de la corruptela nos abordaban con ofrecimientos y dádivas, que empezaron por los trámites al posesionarme en el nuevo gabinete, donde se intentó certificar mi estado de salud sin cumplir con los exámenes de rigor. Situación que me obligó a desistir de los laboratorios que proveían ese servicio. También era común proponer que a los pensionados del Municipio no se les pagara a tiempo a cambio de recibir una contraprestación estimada en un 15% del valor de la nómina; práctica instituida por los usureros con buenas relaciones con la administración del ente territorial.

Otro ejercicio válido de enunciar consistía en el pago de las mesadas caídas de los pensionados que, luego de cancelarlas el Municipio, nuevamente eran reclamadas y cobradas por un cartel de abogados inescrupulosos que conservaban sus influencias y recovecos para que estos delitos no se detectaran y llevaran a feliz término sus fechorías atentando contra el erario. A este tipo de práctica descomedida y aborrecida se sumaba la de las farmacias que proponían cobrar los medicamentos más allá del precio público, justificando que no se les pagaba a tiempo, al igual que algunos de los gerentes anteriores quienes utilizaban la historia clínica de su conductor para intervenirlo quirúrgicamente y luego hacer el cobro a  la clínica por la ventanilla siniestra; no obstante el conductor no tiene cicatrices.

Como caso curioso, el pago por concepto de vacaciones, licencias y liquidaciones parciales y totales estaban sujetas al reconocimiento de un porcentaje por parte del interesado y si este no se hacía, la respuesta era manifestar sobre la insolvencia económica de la entidad. Ante semejante vejamen se optó por hacer público a través de un medio radial la denuncia sobre estos pagos, situación asfixiante para intermediarios y tramitadores de cuentas.

La posición asumida por los entes de control de la época era dejar pasar y dejar hacer, dado que los beneficiarios y los funcionarios de una u otra forma eran parte de su clientela. Más, sin embargo, en mi gestión las acciones de estos entes, principalmente Contraloría, Personería y Concejo, eran la persecución sistemática y politiquera contra quienes asumimos la denuncia de la corrupción y la implementación de procedimientos de corrección de estas perversiones, hasta el extremo de acosar con supuestos pliegos de cargos, juicios fiscales y contravenciones acordadas con funcionarios representantes de sus cuotas burocráticas, solo con el propósito de desestabilizar la gestión y flexibilizar las relaciones del encubrimiento de la corrupción.

Parece ser que las cosas desde la oscuridad se ven más claras y es por eso que retorno a ese pasado de las otras administraciones que sucedieron a la referida donde quedaron signadas obras que le dieron una nueva luz a la ciudad, reflejadas en la mejora y cualificación en la prestación de los servicios públicos, pero simultáneamente a este logro, hoy están privatizados en su totalidad en manos del gran capital con accionantes de los grupos politiqueros que prevalecen en la región. De lo que se infiere que este ha sido el denominador común de la década del 90 del siglo pasado hasta el presente.

El gran interrogante a la fecha es preguntarnos: ¿La concesión sobre el recaudo del servicio del Transmetro se realizó en el marco de la transparencia o viciada de corrupción?, ¿Es correcto que el Distrito asuma pecuniariamente la responsabilidad indemnizatoria en el pago de arriendos a las familias afectadas por el colapso de sus viviendas en la Urbanización Campo Alegre que fueron construidas irregularmente por una empresa privada?, ¿Quién responde por la integridad del Banco Inmobiliario de la ciudad y el departamento cuando predios conocidos como de propiedad pública donde funcionaban unidades de salud, universidades y otros de la noche a la mañana aparecen usufructuados por entidades privadas para construcciones de viviendas y establecimientos comerciales? ¿Se puede concebir como acto de corrupción cambiar los nombres de escenarios deportivos violando la memoria histórica de la ciudad en respuesta a nuevos intereses de los gobernantes actuales?

Para seguir observando y viviendo la ciudad es trascendental en cada uno de nosotros consultar nuestros adentros y nuestras afueras y así comprender y denunciar la corrupción de ayer y hoy.

PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA

DOMINGO 17 DE Julio 2016
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