Sentirse docente es pensar en la salud mental de sus educandos, vivir sus emociones, compartir con tacto pedagógico, acertar sus individualidades, observar integralmente sus manifestaciones, orientar su quehacer, enseñar a dudar; lo que implica destacar los atributos, habilidades, hábitos y las líneas de formación e investigación que debe poseer un educador como requerimientos para garantizar la enseñabilidad sin desconocer otras demandas y necesidades para desarrollar el proceso docente educativo.
Los entes territoriales a través de sus Secretarias de Educación reproducen el esnobismo deformado de que “hay que ser pilos”, cuando las estadísticas nacionales arrojan que solo el 2% de los bachilleres egresados de estratos 1 y 2 tienen acceso a la oferta educativa que brinda el Estado; no obstante, sus estudios lo realizan en universidad privadas. Óigase bien, los recursos del Estado van a favorecer a los inversionistas del sector privado emparentados con las élites gobernantes mientras la Universidad Publica aparece desolada por falta de un presupuesto que responda al fomento tecnológico e investigativo.
Ahora la calidad educativa no se puede soportar sobre estándares internacionales y nacionales, dado que estos no consultan y evalúan la formación integral de los educandos. El acto pedagógico es planificado y orientado por el educador quien labora en condiciones de salud deprimente producto de los malos servicios que prestan las entidades promotoras de salud, pero fundamentalmente la asfixia que le acarrea el Ministerio, las Secretarias de Educación y algunos Rectores en el lleno de formatos estadísticos, guías de seguimiento al estudiante, asimilación de decretos, resoluciones, directivas ministeriales, territoriales, resoluciones internas, disposiciones varias; dejando como consecuencia la falta de coherencia de las políticas públicas educativas y la ausencia de una reforma integral de la educación que acabe con los remiendos e improvisaciones, imitando a otros sistemas educativos que han construido y fortalecido su educación atendiendo a todos los factores, variables y actores implicados en estos cambios.
En los colegios se debe educar a los niños sobre prácticas y hábitos para mantenerse saludables. Lo anterior se contrapone al estado actual de la salud de los docentes por el asedio del estrés agudo y la depresión que se presenta por situaciones laborales donde imparte la educación; siendo común fuertes dolores en la columna y el cuello ante la responsabilidad de 50 estudiantes por cada aula con un estimado de hasta 10 aulas para un promedio de 500 estudiantes. A esto se suma la penuria de los docentes al ser amenazados por los estudiantes y padres de familia si no son promovidos al grado siguiente. Esta situación contribuye a desarrollar una labor angustiada cada vez que van a trabajar debido a la presión por el riesgo de perder el trabajo; al final terminan asistiendo al psicólogo y a otros especialistas. Especialistas en salud ocupacional manifiestan que estos factores sicosociales van acompañados de agotamiento físico emocional, desmotivación, tristeza, mucha ansiedad; entre los factores que ocasionan los problemas sicosociales a los docentes está la indisciplina en la Institución Educativa, el consumo de drogas, la violencia escolar, las pandillas en los colegios, las agresiones de los padres, en algunos casos los docentes deben pagar una vacuna por su seguridad en las zonas laborales donde reina la inseguridad. No obstante, ante los múltiples problemas planteados las instituciones no los respaldan por carecer de recursos fácticos como sicopedagogos, psicólogos, trabajadores sociales. El Gobierno Nacional a través del MEN consideró que era más rentables dar clases por su acepción estúpida de “dinero producto” que el acompañamiento profesional de docentes y educandos.
Cómo se explica que en Bogotá con 36.000 educadores y 800.000 alumnos el ausentismo laboral de los docentes se haya incrementado por las incapacidades de éstos por enfermedades de origen común, entre ellas la renofaringitis aguda o gripa común con 650 mujeres y 150 hombres incapacitados; enfermedades diarreicas 550 mujeres y 196 hombres; enfermedades de origen profesional: trastornos mentales 850 casos equivalente a 40.000 días de incapacidad, 639 casos de depresión y trastornos en mujeres y en hombres 169, la disfonía, afonía, síndrome carpiano al escribir, hipertensión generalizada, cáncer, mal de alzhéimer, diabetes, neuropatía y otras. El personal de salud ocupacional emitió un concepto en el sentido de que estos factores sicosociales van acompañados de agotamiento físico emocional, desmotivación, tristeza, ansiedad. Se hizo una consulta con el MEN entre enero y julio del 2015 y las incapacidades fueron de 6.000. La educación está enferma. Es transversal y afecta a los docentes a lo largo y ancho del país en sectores de la básica primaria y secundaria.
El problema más frecuente de los docentes es la pérdida de autoridad ante el alumno y el padre de familia. El llamado es para que en la nueva licitación contractual de la prestación de los servicios de salud para los docentes las organizaciones sindicales inviten a éstos a reportar las debilidades de las entidades prestadoras de salud y definan a las que mejor cobertura y calidad ofrezcan, al igual que metan en cintura a las entidades promotoras de salud y a los entes territoriales.
PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
DOMINGO 27 DE NOVIEMBRE 2016
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