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LA IZQUIERDA BOGOCÉNTRICA


LA IZQUIERDA BOGOCÉNTRICA
       


Por Hugo Castillo Mesino

Hay que descolonizar la política de la izquierda colombiana del estilo eurocentrista bogotano. La geopolítica está demarcando grandes diferencias con los patriarcas de las dirigencias de los partidos y movimientos quienes se abrogan la exclusividad y superioridad para definir las líneas de estrategias y acciones políticas nacionales y locales cercenando la condición autonómica de voz y voto de los militantes de sus organizaciones alrededor de las grandes decisiones; constituyéndose esto en un sofisma de distracción que niega los principios democráticos y que se ha venido acentuando históricamente como en las épocas coloniales cuando Europa hacía sus laboratorios como conejillos de india en la geopolítica del Sur convirtiendo a sus ciudadanos en sujetos de segunda clase en el pensar y en el actuar; de tal manera que esta práctica en el contexto actual busca generar como reacción sólo respuestas de aceptación sin la mediación convergente y divergente a las decisiones del centro.

Estas organizaciones se relegan históricamente de la política al considerar que sólo los doctos y probos en sus direcciones son los que definen el accionar político a todo nivel y su militancia solamente es útil para sufragar o para materializar las propuestas que sólo ellos saben y deben pensar; es algo así como el ser y no ser, donde ellos son los griegos y su militancia son los barbaros. Por eso se ha hecho costumbre que en las instancias regionales y locales la militancia está sujeta a las últimas definiciones políticas que se toman en Bogotá o las que tomen los Comités Ejecutivos o Centrales de estas organizaciones desde la capital, en una especie de Bogocentrismo, que sus bases deben estar dispuestas a aplaudir y acatar nacionalmente, independiente si allá la correlación les favorece o no localmente. Esto se expresa más cuando vienen las elecciones a corporaciones públicas tanto a nivel de Presidencia, Congreso y locales, donde la militancia siempre debe aparecer como los amigos, los sensibles, admiradores de los cuadros nacionales, dado que los cuadros regionales no suelen pronunciarse, prácticamente no existen. Siempre que se convocan reuniones es en función de lo que determinó el bogocentrismo izquierdizante, como si a nivel regional y local no se tuviera historia de liderazgos y de una concepción filosófica-ideológica-política; por lo tanto, no se lleva a la militancia al plano de tener concepciones propositivas, analíticas y reflexivas que le permita decir “aquí estamos nosotros, nosotros también somos autónomos”. Por eso hoy en día en muchos países se están adoptando la creación de partidos regionales, que terminen complementando el accionar nacional. No se puede ser diverso y fragmentarse en la unidad.

Todos los años cuando se presentan los periodos electorales las grandes discusiones giran alrededor de una izquierda electorera más no de una izquierda con concepción y con principios programáticos que a lo largo y ancho del país haya desarrollado sus políticas, sino que siempre ha sido la concepción electorera la que se manifiesta. Se emula, sin que lo reconozcan, las mismas prácticas tomadas de la derecha, que sí sabe aprovechar la división de la izquierda para fortalecerse. Mientras la derecha los pone a pelear y a conflictuar y obtiene rentabilidad, la izquierda adolece de iniciativa y se entretiene con las aparentes contradicciones al interior de la derecha. Al final de los periodos electorales la izquierda termina dejando una constancia histórica donde obtiene el 2% o el 3% y con eso cree que existe y eso es lo que le da “autenticidad” como tal. De tal manera que hay que descolonizar ese comportamiento que históricamente ha tenido la izquierda y tratar de analizar los orígenes que lo han propiciado. En el fondo esta es una discusión que debe darse con profundidad por encima de los afectos, de la dirigencia, de la militancia y de los partidarios del cualquier bando político, concepciones o corrientes al interior de cada una de las organizaciones de la izquierda colombiana. Rompiendo con la concepción eurocéntrica de que somos latinoamericanos pero sentimos y pensamos de acuerdo al accionar europeo, que en términos del bogocentrismo se traduce, por ejemplo, en que somos del Departamento del Atlántico pero sentimos y pensamos de acuerdo con la forma como piensa Bogotá o de acuerdo con la forma como piensan los patriarcas de la izquierda bogocéntrica. Esa es la gran verdad, esa es la discusión y no tiene porqué herir susceptibilidades sino buscar la forma de cambiar la concepción. Es una posición egoísta, individualista, patriarcal que entre otras cosas lo que hace es definir una concepción neoliberal que no es un modelo económico solamente sino una concepción filosófica ante la vida y la sociedad. Hay que replantear, despensar y desaprender esa forma de actuar que no le permite fortalecer ni crecer; al contrario, a esta izquierda se le conoce más es por los eslóganes, por los clichés y por los logotipos que tienen. ¿La izquierda que dice ser protagónica en los cambios estructurales de la Nación, por qué no cambia su concepción al interior de su dinámica política?

PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
DOMINGO 19 DE FEBRERO 2017

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