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EL VALOR DE LUCHAR


EL VALOR DE LUCHAR



 

Por Hugo Castillo Mesino


Coherente con lo que plantea Fernando Savater en su obra “El valor de Educar”, se interpreta que la educación tiene un valor de disgusto y un valor vigente en el contexto de la sociedad; otros aseveran que, el papel del maestro ha quedado rezagado por los medios de comunicación y, en las legislaciones, su connotación es subsidiaria. Entonces nos corresponde como ciudadanía presionar a los gobernantes para que la educación sea verdaderamente el epicentro de la sociedad, imprimiéndole una naturaleza democrática y no de instrucción de simples ciudadanos, sin potencialidades; si no es así qué podríamos esperar de estos gobiernos de turnos.

Mientras los docentes en general sigamos pensando que la formación humanística y las orientaciones frente a los fenómenos sociales es potestad exclusiva de un sector de docentes profesionalizados en la materia, estamos negando la interdisciplinariedad de las ciencias, olvidándonos que las matemáticas y las ciencias “puras” no son menos humanistas que la Filosofía y otras disciplinas afines. Lo que nos permite inferir que lo humanístico está es en la forma en que debemos orientar el proceso docente educativo y la capacidad que tengamos de transmitir nuestras emociones e inclusive con asombro los saberes impartidos, más no seguir almacenando los contenidos con enfoques rutinarios, mecánicos que niegan la posibilidad de desarrollar la creatividad con un alcance espiritual, humano y crítico que desmitifique a las políticas educativas del Gobierno orientadas a justificar que la educación impartida a la ciudadanía obedece al tipo de sociedad que nos merecemos.

Los maestros tenemos una doble condición: somos formadores e informadores. Responsabilidad social endilgada en forma casi exclusiva a los maestros por los gobiernos; lo cual constituye un equívoco, puesto que también enseñan y forman los gobernantes, los artistas, los deportistas, los legisladores, la familia. No obstante, cuando se analizan y evalúan los factores y variables causantes de la descomposición social se pretende responsabilizar de ello a los maestros y a la escuela; lo que no se dice por parte del Gobierno son las condiciones en que estos desarrollan su labor y la precariedad salarial y de salud en el ejercicio de su profesión, tal cual como se reclama en el Pliego de Peticiones en el marco del Paro Nacional del Magisterio colombiano convocado por la Federación Colombiana de Educadores –FECODE-.

La historia del Magisterio en Colombia es la historia de sus luchas reivindicativas. Jamás se nos olvidará que la educación para impartirla, sus recursos dependían de la venta de licores y cigarrillos; lo que ha hecho de nuestro país un estado cantinero institucionalizado por las élites del Gobierno, que siempre han formado a sus hijos y delfines en las instituciones privadas nacionales y del exterior en un desprecio total a la educación pública que ellos mismos dirigen; por eso, no es raro que en la coyuntura actual del Paro del Magisterio, el Presidente Juan Manuel Santos haya ofrecido un porcentaje insignificante de aumento sobre la base salarial de los maestros. Este mismo personaje de marras, siendo Ministro de Hacienda durante la Presidencia de Andrés Pastrana fue gestor y ejecutor del Acto Legislativo 01 del 2001 que representó una hecatombe en la educación que nos afecta hasta la fecha, a pesar de la perdida formal de vigencia del Acto, manifiesta en: disminución de la inversión en educación y salud, se disparó la relación técnica maestro-alumno generando hacinamiento escolar, aumento de la deserción y descolarización a pesar del maquillaje oficial de las cifras, afectación prestacional y laboral de los docentes, deterioro de la infraestructura escolar por baja asignación de recursos, incremento de la privatización de la educación pública, supresión de la formación integral de los estudiantes. Estos antecedentes en materia de administración de la educación pública dejan huellas que terminan afianzándose con las condiciones y el panorama que reviste la educación actual en nuestro país y que, a la luz del día, el Gobierno actual, encabezado por este sujeto, pretende desarrollar una “Jornada Única” que no cuenta con los requerimientos para su implementación eficiente y paralelamente seguir aplicando el vetusto Acto Legislativo de su gestación, imponiendo un aumento salarial pírrico, negación del Estatuto Único Docente para fragmentar los regímenes laborales del magisterio impidiendo su cohesión, evaluación a los docentes a través de medios que imposibilitan el ascenso en el escalafón como mecanismo perverso de austeridad presupuestal, dilación del Plan de Mejoramiento de Salud de los docentes y sus familias.

La entereza, la ética y la moral de los maestros debe seguir demostrando que el Pliego de Petición del actual Paro se reivindica en la medida en que se cumplan las tareas, se sigan nutriendo las movilizaciones como expresión de fuerza del Magisterio y sus aliados; es lo que en términos generales permitirá darle poder a los negociadores de FECODE ante el Gobierno Nacional. Lo importante de la educación es que nos enseña a conocer a nuestros semejantes, lección que debemos asimilar para concluir que: Los derechos no se mendigan, se conquistan en la lucha.


PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA

DOMINGO 28 DE MAYO 2017

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