Por Hugo Castillo Mesino
Apoyado en el Nobel de Literatura José Saramago, en su obra “Ensayo sobre la lucidez”, cuando dice: “No veo cómo, por ahora tampoco yo, pero será sólo cuestión de esperar, nadie se había atrevido a concebir, que alguna vez, en algún lugar del mundo, pudiese suceder lo que ha sucedido en nuestro país, y ahí lo tenemos como si fuera un nudo ciego que no se deja desatar…”. Algo similar está sucediendo en el pueblo de Arroyo de Piedra (Atlántico) con el incendio de la Iglesia de Santa Lucia el día 3 de febrero de 2015; esta situación se ha convertido en manzana de discordia a partir de la llegada del sacerdote Marco Tulio Agudelo Zapata, quien ha asumido una actitud de exclusión al sector mayoritario de la población con el argumento que sólo él “tiene la facultad de dirigir y tomar las decisiones” sobre la construccion de la Iglesia, hoy convertida en un fiasco por su prepotencia, divisionismo, señalamientos, macartismo a los coterráneos por tener una mirada distinta a sus terquedades e infundadas atribuciones, sin que a la fecha autoridad alguna haya tomado una decisión para trasladar al sacerdote que mantiene tensionado y en vilo al pueblo, lo que puede generar un problema de orden público por el estado de polarización en que ha llevado a la feligresía sacando provecho por su adoctrinamiento.
Las aseveraciones anteriores se sustentan en las siguientes premisas: es cierto que sectores representativos de la población se reunieron conjuntamente con el sacerdote anterior y luego con el actual para dilucidar y plantear propuestas alternativas a la construcción de la iglesia, sumándose un grupo de pedranos residentes en Barranquilla. Lo insólito es que el sacerdote empezó por descalificar tanto a los nativos como a quienes crearon formas organizativas para recaudar fondos en la ciudad, so pretexto que ese accionar estaba atraído por “intereses económicos”; con esta estrategia maquiavélica, “divide y reinaras”, el sacerdote, valiéndose de sus acólitos, aisló y cercenó a quienes según él lo “adversaban”.
Una sentencia histórica dice que: “Quien no conoce la historia está obligado a repetirla”, lo cual permite clarificar cómo el sacerdote ha perfeccionado su ficción colocando en segundo plano la construccion de la Iglesia señalando que “la verdadera Iglesia la llevamos por dentro”, para salvar su negligencia, paquidermia y falta de liderazgo; olvidándose que a 13 de diciembre de 2015, día de Santa Lucia, en plena homilía presentó un diseño mental de Iglesia con dos torres de veinticinco metro con telescopio, salón comunitario, parqueadero subterráneo, hoy conocida como la “Iglesia Virtual”, parodiando a Escalona con su casa en el aire. El 29 de abril de 2015 se demuele la Iglesia. La población saturada de no ver realizado el proyecto se reúne el 3 de febrero de 2016 en la cancha múltiple y surge el grupo “Todos somos Iglesia”, asumiendo la tarea de recoger firmas para solicitar la intervención de Monseñor Jairo Jaramillo; el 17 de febrero se le envió memorial a Monseñor solicitándole una audiencia y señalando en unos de sus apartes la frase del Papa Francisco: “Los fieles no deben pagar la neurosis de los curas”. El 1 de marzo se reunió el Grupo “Todos Somos Iglesia”, Monseñor y el sacerdote Marco Tulio, para dilucidar sobre la división originada y la construccion de la Iglesia, sin llegar a ningún acuerdo después de dos horas. El 14 de marzo el Grupo “Todos Somos Iglesia” tomó la iniciativa de invitar al sacerdote a trabajar en armonía, siendo la respuesta del sacerdote que “tenían que arrepentirse, hijos míos”; buscando que el Grupo se convirtiera en su caja de resonancia. El 30 de abril se congrega la feligresía, el Grupo y Monseñor, con la intención de trabajar en equipo; no obstante, el sacerdote continuó aislando, tensionando y polarizando a la población. El 6 de abril de 2017 volvieron a reunirse algunos voceros de la comunidad con el sacerdote en aras de aunar esfuerzo sobre el objetivo en común y éste en su hábil comportamiento término disociando la última intención de fraternidad y convivencia.
A raíz de la sustracción de $87.000.000 del Fondo de la Junta Pro-templo en Bancolombia, anunciado por el sacerdote, la comunidad volvió a congregarse en la Cancha Múltiple con la presencia de más de cuatro centenares de personas, organizando una movilización con antorchas el día 18 de julio de 2017, la cual fue difundida por medios locales y nacionales. El sacerdote no tardó en descalificar al pueblo señalando que los asistentes a esta habían sido “estimulados económicamente”. El restablecimiento del dinero que Bancolombia se compromete a reponer, no es la razón por la cual los pedranos solicitan por enésima vez el traslado del sacerdote, sino el personalismo de éste en aparecer como titular de la cuenta esgrimiendo como razón que “Arroyo de Piedra no tiene la condición de parroquia”, y, sin embargo, después de ostentarla, los dineros siguen en una cuenta a nombre de él. ¿Hasta cuándo, Monseñor, retornará la paz?
PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
DOMINGO 6 DE AGOSTO DE 2017
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