NADA ES ORIGINAL
Por Hugo Castillo Mesino
Al principio la
oscuridad es buena, nos dice Austin Kleon en su irreverencial obra “Roba como
un artista”; para ello se requiere tener una dosis de aburrimiento para inducir
a trabajar y a la vez hacer conciencia que nada de lo que producimos es
original y eso lo comprueba la genética al lanzar una mirada preguntándonos de
dónde surgimos y comparar nuestros caracteres. Nos resulta difícil hablar de
nuestra originalidad cuando empezamos a copiar lo que amamos y luego nos
convencemos al terminar de copiar que nos encontramos con nosotros mismos y es
posible que terminemos en la mismidad. Cuando afloran las ideas para
desarrollar proyectos de naturaleza distinta no es más de una o varias ideas
previas o una mezcla en la vía de ser un coleccionista de lo que está a nuestro
alcance o de estar robando en cualquier lado lo que resuene a inspiración y
creación, demostrando de esta forma que debemos crear más en el artista que en
el arte.
La escuela es una cosa
que domestica y la educación nos invita a liberarnos y a seguir estudiando
hasta la muerte. Nos debe causar asombro cuando afírmanos que en el campo de la
creatividad y la formación debemos guardar nuestros robos para después,
llevando consigo un cuaderno y una pluma, dado que es mejor tomar lo que te
pertenece que dejarlo abandonado; no necesitas preguntar o saber quién eres
para poner en marcha lo que deseas crear o desarrollar, en el fondo tenemos que
aprender a robar la cultura de la cual se valieron destacadas personalidades
referenciadas y vivientes en la historia. Es válido volver a preguntarnos qué
somos, qué hacemos, para dónde vamos y en el fondo qué es lo que queremos hacer
en este planeta donde vivimos de tránsito y evocar a Sócrates en el “Conócete a ti mismo”.
Ahora creemos que
estamos listo para comenzar a escribir y a crear; y es necesario hasta fingir
para lograrlo, partiendo de que todos los humanos somos un escenario en este
mundo y que a través de la mano humana somos incapaces de hacer una copia
perfecta; lo que nos permite seguir validando que imitar no es halagar, sino,
por el contrario, robarnos algo del otro donde el otro termine robándonos lo
que hemos creado y de esta forma encontrar más adelante la propia voz como la
mezcla de dos ideas que al juntarlas terminan siendo copias, confirmando que
nada es original.
Al transitar por este
mar de palabras y océano de ideas es posible que el lector descubra que un buen
ladrón es aquel que sabe honrar, valorar el acto de estudiar, robar de muchos
que han vivido creando y produciendo y, además, estimular y dar crédito a
quienes producen en los diferentes campos del conocimiento y el arte, llegando
a transformar y a mezclar todo el legado cultural, artístico y académico. A
este se le puede llamar “buen ladrón”. Mientras que un mal ladrón sería aquel
que degrada la producción, estafa al lector, demerita al plagiar e imita sin
aporte y contribución. Es cierto que muchos espacios están llenos de ladrones
con ascenso vertiginoso que enlodan la creatividad como forma de cambio para el
progreso social.
Exhortar a escribir es
algo sencillo si amas lo que aspiras leer, si construyes tu propio mundo como
un proyecto de vida, si te gusta, si vives y sientes que al hacer este
ejercicio liberas y te liberas, disfrutas el cautiverio, no desperdicias nada
de ti mismo, no dejas tus deseos desatendidos, no te preocupas por la unidad
entre las piezas, lo que unifica es que es tuyo, te alejas de la pantalla, te
juntas con el talento, la curiosidad, la amabilidad, la energía y la
disposición de verte ridículo, practicas la procrastinacion productiva como la
inversión del tiempo cuando aparentemente no se está haciendo nada pero se está
produciendo mientras que los demás observan; la inercia consiste en estar en
movimiento.
Tenemos que
convencernos que el arte que solo surge de la mente no es tan bueno como aquel
cuando observamos la naturaleza, el paisaje cultural y al hombre mismo en su
cotidianidad. Esta afirmación se evidencia, a manera de ejemplo, cuando
llegamos a casa y todo nos parece igual, pero algo en nuestra mente ha cambiado
y eso cambia todo. Entonces, el secreto está en crear y desarrollar un buen
trabajo y compartirlo. Es válido hacer anotaciones dotándose de un calendario y
una bitácora que permita hacer de la producción la historia propia o
autobiografía, que en el fondo no es más que una obra escrita por sí mismo y
alimentada por otros. La creatividad, además de mezclar y separar, es también
restar cuando algunos de los elementos de la obra a crear no permiten avanzar y
es ahí cuando se tiene que prescindir de ellos para plasmar lo utópico de la
realidad. Es hora de producir si amas lo que lees y vives lo que piensas.
PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
DOMINGO 10 DE DICIEMBRE DE 2017
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