Por Hugo Castillo Mesino
La educación comienza con
la vida y termina con la muerte, en palabras del educador José Martí. Es más
que un recorrido en mi condición de estudiante y de educador que a lo largo de
la historia he observado y participado en las gestas reivindicativas del
Magisterio colombiano, compartiendo que sus luchas siempre han sido justas y legales,
aunque el Gobierno por su animadversión diga lo contrario; sobre todo que las
banderas agitadas son la defensa de la educación pública y sus condiciones
socioeconómicas y laborales. El gobierno de Juan Manuel Santos, etiquetado como
el gran Pinocho, a través de su Ministra de Educación desmiente a la Federación
Colombiana de Educadores diciendo que a los maestros se les ha cumplido en su
política de autoengaño.
Después de
37 días declarados en paro del año pasado, se volvió a un cese de 24
horas por el incumplimiento del gobierno a los maestros, empezando por el servicio de
salud del magisterio, a pesar de contar con nuevos contratos que incluyen
nuevos términos, es calamitoso. A los docentes les niegan los servicios, hay
municipios del país sin cobertura en atención y resulta imposible conseguir
citas con especialistas. “Esto sucede ante la anuencia de la Fiduprevisora y
del Ministerio de Educación, como fideicomitente”, indicó Fecode. Es el caso
del decreto 2105 de 2017, que se supone regula la Jornada Única, sin embargo,
ocasionó todo lo contrario. El Plan de Alimentación Escolar que debería estar
funcionando desde hace varios días, para algunas regiones solo se implementará
hasta mediados de mes, lo que no se concibe es que a diario veamos a los padres
de familia cargados de alimentos para llevárselos a sus hijos que asisten a la Jornada
Única con la anuencia de los profesores y estos no denuncian semejante elefante
ante la imposición del Gobierno.
El llamado que le hacemos
a los colegas es asumir su papel protagónico y romper con la falsa concepción
de ser administradores de currículos del establecimiento que, con él lo que
hacen es seguir fortaleciendo el viejo paradigma que está al servicio de la
clase dirigente. Razón histórica y contextual tiene Paulo Freire cuando afirma:
“El maestro es necesariamente militante político. Su tarea no se agota en la
enseñanza de las matemáticas o la geografía. Su tarea exige un compromiso y una
actitud en contra de las injusticias sociales. Luchar contra el mundo que los
más capaces organizan a su conveniencia donde los menos capaces apenas
sobreviven. Donde las injustas estructuras de una sociedad perversa empujan a
los ‘expulsados de la vida’. El maestro debe caminar con una legitima rabia,
con justa ira, con una indignación necesaria, buscando transformaciones
sociales”.
Quedo sorprendido en la
contienda electoral vigente cuando muchos educadores que son miles asociados y
están en capacidad de elegir a decenas de congresistas e inclusive Presidente
de la República, terminan votando por los candidatos que al final legislan en
contra de sus propios intereses o reivindicaciones, por pertenecer a las toldas
o a los partidos que se reparten el presupuesto en millonarios contratos que
después utilizan un pequeño porcentaje en la compra de votos para mantenerse en
el poder de la corrupción. Da grima como muchos colegas asumen este
comportamiento que desdice mucho de la condición de ser forjadores de una nueva
sociedad. Bien lo planteó Nelson Mandela: “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el
mundo”.
Es
importante despertar y salir de ese letargo, de la apatía y el desinterés que
padecemos cuando de participar en paro se trata, dado que el amor por la
educación y la patria deben ir de la mano; como dijera Simón Bolívar: “Un
pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción”. El llamado
que hacemos a los maestros es saber definir, dentro de las posibilidades
posibles en la coyuntura electoral, entre las aspiraciones al Congreso por una
gama de educadores probos, con méritos en las gestas magisteriales y que están
al alcance de los grandes retos que demanda participar legislativamente tanto
en el Senado como en la Cámara de Representantes en función de la defensa de la
Educación Pública y de las grandes mayorías ciudadanas, apoyándolos y asumir
con claridad lo que señalara Winston
Churchill: "El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar
mañana, el mes próximo y el año que viene; y de explicar después por qué fue
que no ocurrió lo que el predijo".
Se trata de tener mediana
claridad de que quienes propician los paros históricamente son los gobiernos,
poco les interesa una Educación Pública de calidad; dado que son ellos quienes
agencian su estado. Cabe insistir que si los maestros paran es por causa de la
gran mayoría de los congresistas en contubernio con los ministros y el
ejecutivo representado en Juan Manuel Santos. Los maestros siguen votando por
los mismos; unámonos al cambio para que las transformaciones sean posibles.
PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
DOMINGO 25 DE FEBRERO DE 2018
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