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NI UN PESO POR UN VOTO

NI UN PESO POR UN VOTO


 Por Hugo Castillo Mesino

La atmósfera electoral aparece oscurecida bajo la tentación de candidatos inescrupulosos, muy difíciles de calificar por tantos epítetos ciudadanos que a diario repiten sobre las conductas de estos mercaderes y mercenarios de la “política”; que más tarde al ser electos dicen representar los intereses del Departamento y de la Nación, cuando sabemos que se hacen elegir a punta de la clásica “compra de votos” como una práctica institucionalizada cada vez que se convocan elecciones para los cargos en las corporaciones públicas. Son múltiples las problemáticas sociales y económicas que aquejan al país y, por ende, a los entes territoriales, producto de la falta de inversión de recursos para responder a las grandes demandas y necesidades en los diferentes sectores socioeconómicos; mas, sin embargo, es de conocimiento público los sitios, en los rincones y en las cloacas de las ciudades y de los pueblos, que habilitan antes y durante las elecciones para hacer entrega a los electores de avances monetarios del valor per cápita del voto, además se compromete al elector a nombre del candidato a cumplir con esta obligación y luego hacerle entrega del saldo el día de las elecciones, recalcándole el lugar para recogerlos como objetos electorales, llevarlos al puesto de votación y dejarlos en el lugar de origen a través de todo un proceso sistemático orientado por personas que hacen parte de toda la clientela y la consecución del voto antes, el día de y después de las elecciones.

Teóricamente nuestra ciudad, el departamento del Atlantico y el país aparecen registrados en las estadísticas oficiales y calificadas por los organismos de observación electoral, cada vez que se hacen estas convocatorias de elección popular, con unos referentes altos donde se garantiza un comportamiento ejemplar de la ciudadanía con pocos traumas o dificultades y un parte de transparencia y de haber actuado en democracia. Es más, a esto se suman algunos medios de comunicación que reafirman lo expresado. Esta aseveración es insólita y llena de ambigüedades por conocer que, es más que cierto, las elecciones siguen siendo eventos sustentados en la anormalidad y a atipicidad, porque las grandes mayorías de los electores no votan a conciencia tal cual como se expresa en la Constitución, en que cada individuo tiene el derecho de elegir y ser elegido.

¿Cómo se puede hablar de democracia, cuando se le hace entrega al elector de sumas estimadas que van hasta cien mil pesos M/L, si es que no me equivoco? Lo absurdo de este episodio nefasto conocido por todos es que cada día se fortalece más por la indiferencia de las autoridades y de los organismos que dicen ejercer las garantías de los procesos electorales, de garantizar el voto libre de los ciudadanos y velar por las transparencias de los mismos. Ya no causa asombro este tipo de acotación, porque todo mundo sabe quiénes son, donde están, a qué partido corresponden, a quienes representan empresarialmente, cuál es su participación gubernamental, a quiénes tienen en los cargos de poder, quienes hacen parte de las corporaciones públicas de elección popular y cuál es su burocracia local, departamental y nacional; además, estas castas están concentradas con más arraigo en la provincia y en los sectores marginales de la ciudad, donde hacen su agosto y estan especializadas en la “participación” de  “politiquería electorera”, la cual es un síndrome de la política como la posibilidad de ser, de actuar y de cambiar. ¿Cuándo desterraremos la corrupción que le hace daño a los niños, a los jóvenes, a los ancianos y al pueblo colombiano que se aqueja en cada momento por los flagelos sociales que padece? Son décadas en que esta estirpe arraigada e impregnada ha venido quitándole la posibilidad de soñar y vivir a sus propios ciudadanos, que manipulan en un “secula seculorum” ¡por los siglos de los siglos, amén! ¡Hasta cuándo!

Por esto y por muchas razones, usted, amigo lector, que se expresa con mucha naturalidad en las conversaciones a diario, en los círculos laborales, académicos,  a través de las redes sociales y por este medio, donde aflora su pensamiento crítico; contribuyamos a condenar esta práctica abominable que le hace daño a la convivencia ciudadana, al bienestar social, a la democracia como la posibilidad de decidir, a las instituciones defensoras de los derechos civiles y políticos, a la ciudadanía en general y a las próximas generaciones, a derrotar la compra y venta de votos dado que en ella el elector como candidatos incurren en un delito electoral. Por eso te invitamos a seguir uniéndonos al cambio que necesita el Atlántico y el país, a sumarte por las transformaciones posibles y a defender con gallardía y con conciencia de patria a educar a los ciudadanos: “Ni un peso por un voto. El que paga para llegar, llega para robar”. Con esto evitaremos que no te roben: Salud, educación, seguridad, vivienda, empleos, etc., y los derechos conculcados por el pueblo colombiano

PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
DOMINGO 04 DE MARZO DE 2018
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