DECÁLOGO POLITICO
Por Hugo Castillo Mesino
La
tolerancia en la humanidad ha llevado a reconocer religiones que han sido
fuentes de animadversión, de persecución, de guerras y crímenes, tal como lo
plantea Fernando Savater en su libro “Los diez mandamientos del siglo XXI”; esto
permite inferir que, a lo largo de la historia los llamados dioses sobre la
tierra no son más que hombres, mujeres, mitologías creadas para ejercer poder
sobre los mortales creyéndose inmortales, sin renunciar a nada y dominar a los demás.
Todos los hombres de religión, por lo general, predican palabras hermosas que
muchos aceptan, pero que pocas veces practican, y en eso se parecen a muchos
candidatos presidenciables en la coyuntura electoral, de la cual miles de
ciudadanos están a la expectativa haciendo juicios valorativos sobre si éstos
verdaderamente van a cumplir o es populismo de derecha o de izquierda. A manera
de contraejemplo retomo a Juan Manuel Santos y a Vargas Lleras que en la
campaña de las pasadas elecciones prometieron a los pensionados la reducción
del 12% al 4% en los aportes de salud, burlándose sistemáticamente de este
sector.
En
este decálogo los responsables no son las creencias que tengan los ciudadanos
sino los candidatos que por enésima vez siguen mintiéndole a sus electores, invocando
este primer mandamiento de la ley de Dios: “Amaras a Dios por sobre todas las
cosas”: pero si estos no se aman y no aman al prójimo, traicionando al
ciudadano en sus gobiernos y coadyuvando con la política de sus jefes por más
de diez y seis años, en el caso de Uribe y Santos, ¿cómo se les puede creer, cuando
faltan y de paso han “tomado el nombre de Dios en vano”? Luego, si colocamos el
retrovisor e invocamos el tercer mandamiento que dice: “Santificarás el nombre
del Señor”, nos damos cuenta que mientras hay una burocracia ociosa descansando
en estos gobiernos por los siglos de los siglos, amen, otros están trabajando
sin el pago de las horas extras y con el aumento de la edad para pensionarse;
mientras el sexapil del Fracking se tiñe el cabello “reivindicando a los
trabajadores”.
“Honrar
a tu padre y a tu madre”, tal como lo mandan los mandamientos, a veces puede
ser ciego y cumplir con todos sus caprichos; eso es lo que sucede con los
candidatos de la derecha y del continuismo que hacen acuerdos políticos
burocráticos antecedidos por la contratocracia para incrementar su votación valiéndose
del mandato de sus padres políticos, no importa que esos padres políticos
desaparezcan como sucedió entre Santos y Uribe. Observamos como el “candidato
de Harvard” se identifica con la política de Donald Trump en la aplicación de
la silla eléctrica por delito de narcotráfico, olvidándose que está contraviniendo
el precepto religioso: “No matarás”, que es lo que debe reinar en todo el universo
de los humanos; no puede ser que un testigo injusto se presenta ante un Tribunal
y da un testimonio falso, éste no tiene por qué morir. Suele hablarse de “no
cometerás adulterio”, pero los recintos del Congreso y los Ministerios están
cuestionados por los organismos fiscales, disciplinarios, etc., de tanta
falsedad, muy de moda en las hojas de vida de algunos candidatos.
A
propósito, suena a hilaridad o sorna política escuchar a los candidatos del “ocho
por dos o Frente Nacional” decir que están en contra de la corrupción cuando
los cuatro últimos periodos presidenciales están plagados de la ola más alta
que ha tenido el país en casi todas las esferas públicas nacional e
internacional, como el caso de Odebrecht, Reficar, etc.; de seguir mencionado se
agotan las páginas. Entonces, cabe preguntarnos: ¿Que es robar? ¿Roba el padre
que, muriéndose de hambre su hijo, toma un mendrugo para alimentarlo? o ¿Roba realmente
el que saquea un Departamento, a la Nación, a un pueblo y se queda con todos
los bienes para su disfrute personal, invirtiendo ese capital en la compra y
venta de votos, como ocurrió el 11 de marzo?; mientras otros educan al pueblo
en su eslogan: “Ni un peso por un voto, el que paga para llegar, llegar para
robar”. Está claro que no se están “levantando falsos testimonios ni mentiras”;
se afirma, uno domina sus silencios y no sus palabras. Pienso que, “desear la
mujer del prójimo” es un acto por principio a rechazar, pero en las esferas
publicas hay casos presidenciables de acoso y otros que rayan en la ciudadanía.
Al
parecer la página se estremece de desconfianza al llegar a este último
mandamiento del decálogo de la polireligión: “No codiciarás los bienes ajenos”.
Qué difícil cumplir con este principio, cuando la codicia funciona en muchos países,
pero sobretodo en el nuestro donde lo que falta es tener jardines de esmeraldas
y viviendas de rubíes. Vemos como una serie de personajes e incluso los más
“celebrados” son codiciosos de manera insaciable. Estos gobernantes y seudo
candidatos presidenciables necesitan un Dios terrible.
PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
DOMINGO 22 DE ABRIL DE 2018
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