Por Hugo Castillo Mesino
Al parecer, el presidente Iván Duque en su
reciente viaje a los EE. UU., después de arrodillarse o rendir culto a la
personalidad de su homólogo Donald Trump, atendió las coordenadas estratégicas
y tácticas de cómo hacerle la guerra a Venezuela, consistente en ejecutar los
planes militares y las maniobras de las fuerzas de combate del ejército
“patriótico”. Atrevámonos a imaginar televisamente y en otros medios al partido
Centro Democrático con su comándate y jefe, “cabeza de batallón”, el senador
Álvaro Uribe Vélez; seguido del “comandante” Francisco Santos; José Obdulio Gaviria, “teniente”; Alejandro
Ordoñez, “estado mayor”, quien en asocio
con la OEA y la OTAN dirigirán lo que demanda esta guerra; Iván Zuluaga, “regimientos”;
María Fernanda Cabal y Paloma Valencia, “militares” con la “reserva familiar”, quienes
serán las cabezas de cañón y quienes con su belicosidad discursiva aspiran a
sustituir a nuestras “heroínas” que contribuyeron a derrocar al colonialismo
español. Este partido irresponsablemente ha creado y sustenta con sus voceros la
guerra contra el hermano país, después de ser cómplices en el conflicto interno
del desplazamiento de más de seis millones de personas, trescientos mil
asesinatos, despojándolos de sus tierras y poniéndolas al servicio del gran
capital. Este afán bélico paranoico presidencial lo fundamentan en la supuesta “seguridad
nacional” ante el “peligro” inminente del Gobierno de Nicolas Maduro.
A países como Brasil, Argentina y Ecuador se
les hizo la guerra al codificarlos como gobiernos de la izquierda vegetariana y
a Venezuela como la izquierda carnívora en tiempos de Chávez, según los
manuales gringos cacareados por Vargas Llosa; sumando a Nicaragua, Siria, Irak,
Turquía donde los EE.UU. impuso sanciones económicas y bloqueos para asfixiar
las posibilidades de gobernar al igual que a Venezuela por su posición
geoeconómica y por la alianza entre China y Rusia; olvidando el presidente
Duque que en la historia de América Latina, Colombia, NO ha patrocinado ninguna guerra contra un país
hermano y que solo él lo hace por cumplir el libreto de su amo Álvaro Uribe
Vélez, quien no conforme con sus dos periodos de gobiernos nefastos y a la
sombra del presente le hizo la guerra y continúa haciéndoselas a la Paz, a los
campesinos, obreros, dirigentes de
izquierda y de centro, magistrados, profesores, estudiantes, etc.; Uribe no
renuncia a su condición de guerrerista
por ser su marketing de mayor rentabilidad política y económica.
Antes que nada, como en cualquier reflexión
filosófica, afirmamos que el neoliberalismo es una construcción epistemológica
que posiciona a los países, a sus hombres y mujeres con una concepción de mundo
y sociedad, mas no es un plan económico, es apenas una derivación. Ante una
eventual guerra hipotética entre Colombia y Venezuela, la cual rechazamos de
jure y de facto, lo que me emputa es no hacernos antes varias preguntas: ¿cómo
la definiríamos?, ¿es justa?, ¿es posible vivir sin ella?, ¿cuál es el fin que persiguen?,
¿hay guerras humanitarias? Todo esto es un absurdo, Señor Presidente; la obra
de Frederick Forsyth, “Los perros de la guerra”, nos revela que éstas solo
sirven para repartirse los territorios y cambiar la geopolítica de los países
donde el más poderoso o el que la financia se lleva el botín, robándose los
recursos naturales e inclusive quitándoles los niños a sus madres y vendiéndolos
a otros mercados de la indolencia y la misantropía. Señor Presidente, si usted
insiste en esta paranoia le pregunto: ¿ha estudiado la posibilidad de mandar a
sus familiares y a sus adeptos al frente de la muerte de los bombardeos entre
hermanos que son inevitables en este tipo de confrontación?, ¿ya estudió el
tratamiento que le va a dar a las migraciones interpaíses?, ¿ no tiene claro
que la guerra es un proceso brutal y peligroso? Usted pretende esconder y convertir
estas diferencias internas en Venezuela en violación al principio de la libre
autodeterminación de los pueblos, cuando su misión central es darle solución a las
problemáticas y a los males endémicos y sociales de nuestro país. En usted recaerá
el peso histórico genocida y el repudio nacional e internacional de esa desacertada
y aventurera intervención militar; deje de ser idiota útil de Donald Trump y de
sus secuaces que pretenden saquear, empoderarse y eliminar a todo costo ese
precioso don sobre la tierra como lo es la vida nuestra y los recursos de los
hermanos vecinos con implicaciones económicas y sociales; pero, por encima de
todo, matándonos los unos a los otros quienes no somos sus familiares. Para
Erasmo de Rotterdam su adagio fue “Dulce bellum inespertis”, la guerra es dulce
para los que no la han probado. Para muchos filósofos la guerra es un mal, casi
siempre para los de abajo, que se ven impulsados a ella por la resistencia de
los de arriba a ceder parte de sus privilegios. La paz es la madre y la nodriza
de todos los bienes.
PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
DOMINGO 7 DE OCTUBRE DE 2018
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