Por Hugo Castillo Mesino
Los candidatos a las
corporaciones públicas deben contar con una gran dosis de energía, de espíritu
positivo, de emotividad y ser endorfinomanos o sea esperar lo mejor lo que les
permitiría mantenerlos con entusiasmo confiando en sí mismo y tener, la confianza,
la esperanza que sus propósitos conectados directamente con la sociedad, las
personas, las organizaciones en redes y fundamentalmente con las comunidades de
tal forma que sus campañas políticas sean integrales orientando a sus
seguidores y a sus posibles electores que
lo impulsen a posicionarse por su calidad política y por la solidez de su
programa. El lenguaje político es trascendental para la ética y para la
política al igual que la retórica entendida cómo la capacidad para mover
voluntades con fines políticos. Los sentimientos en la política deben ser bien
administrados con la razón y la pasión sin desbordarse porque pueden ser
peligrosos por ello debemos medir su poder y la influencia que tienen en el
sentir y el actuar colectivo; todas las instituciones tienen marcos específicos
que configuran el sentir común de la sociedad y es así cuando un partido
político consigue que sus marcos dominen la esfera pública.
Cuando el discurso político
descuida las valoraciones, los símbolos, las emociones que están enmarcando
dando el sentido al lenguaje, la gente no siente que lo que se le propone está
bien o merece ser considerado, sencillamente no lo siente porque el político no
llega a transmitir ese sentimiento que posiblemente posee, pero no sabe
comunicarlo. En la política las encuestas siguen siendo una trampa, la lista de
propuestas, el lenguaje técnico, el menosprecio del otro y las descalificaciones
mutuas. En política casi todo es opinable, y, en cuestión de opinión, las
emociones preceden las razones, es decir, que, en primer lugar, escogemos el
candidato, después, después buscamos razones para votarle, aunque debe ser lo
contrario. Algunos partidos dominan el mercado de las emociones, en tanto que
otros dominan el mercado de las ideas ¿derecha e izquierda’. Lo que suele
ocurrir en el cerebro de las personas en las Campañas Políticas es que la parte
central del cerebro se vuelve activa cuando la gente oye o ve algo relacionado
con ellos mismos y se desactiva cuando los discursos de los candidatos no
coinciden para nada con los intereses del público. Cada día nos convencemos que
las mejores campañas son las que cuentan historias y hablan desde las tripas,
no la que se calculan sobre la base de encuestas o pretende convencer con
cifras o estadísticas, estas siguen siendo poco convincentes por no llegar a
los hilos profundos de los sentimientos de los electores
Estamos en la era de la comunicación
visual en la que los contenidos, pierden relevancia ante las imágenes, sonidos,
la música y el ruido si las razones y las ideas no aciertan a morder con
eficacia los problemas que nos angustian. Los partidos xenófobos y la
ultraderecha utilizan estos mecanismos con sus recursos para mantener los
estereotipos y provocar actitudes emocionales de rechazo ante ciertas
realidades. La ciencia política interpreta que tiende a escuchar sólo lo que le
gusta oír y a desoír lo que no le gusta, si nuestros juicios se basan en
constricciones cognitivas y emotivas al mismo tiempo, ya que uno tiende a
obviar la información que le desagrada. ¿Debemos hacer ruptura sobre estas
posiciones o modificarlas? Es más fácil suscitar emociones favorables que
relatos revulsivos o rompedores. La publicidad es conservadora partiendo de que
el público se identifica más con ella dado que bloquea la actividad de pensar
por eso bloquean el lenguaje ilustrado.
Debemos expresarnos a favor de
la discusión tranquila y confrontar las discusiones iracundas, agresivas y
malsonantes. Lo que un elector debe saber para votar por un candidato son
cuatro cosas según Victoria Camps en su
libro “El gobierno de las emociones”: primero, ¿comparten los candidatos los
valores que mas me importan y le preocupa la gente cómo yo?; segundo: ¿puedo
confiar en que me representaran fielmente?; tercero, ¿poseen las cualidades
personales que me lleva a creer que actuaran de acuerdo con mis valores e
intereses, como la integridad, el liderazgo y la competencia?, y cuarto, si
existe algún tema que realmente me concierne, ¿Qué piensan de ello?,¿puedo
esperar en ello y que tomen las decisiones que yo tomaría si tuviera toda la información
que ellos tienen como representantes míos?
PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
DOMINGO 11 DE NOVIEMBREDE 2018
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