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¿INDEPENDENCIA ELECTORAL O NEGOCIO?

¿INDEPENDENCIA ELECTORAL O NEGOCIO?

Por Hugo Castillo Mesino

Son muchas las acepciones sobre una candidatura independiente; también existe una atmósfera de confusión en torno a qué se puede esperar de las mismas y cómo concebir estas aspiraciones dentro de nuestro sistema político. Las candidaturas independientes se caracterizan: 1) no formar parte de un partido político; 2) no ser registrado por un partido político para competir en la elección; y, 3) recabar apoyo ciudadano en el territorio que desea competir (firmas), en correspondencia con la Ley 130 de 1994 se da inicio a la conformación de los grupos significativos de ciudadanos en Colombia como otra forma de participación en los certámenes electorales. La Ley establece que los grupos de ciudadanos deben reunir las firmas al dividir el 20% del censo electoral entre el número de cargos a proveer, también podrán postular candidatos.

Es cierto que se ha convertido en un deporte nacional que, cada vez que se realizan elecciones para cargos uninominales, como: presidencia, gobernación y alcaldía, salen a la palestra pública los candidatos por firmas autoproclamados de “independientes”, acompañados de los denominados “grupos significativos de ciudadanos”, a quienes algunos, en la sorna política, les llaman “escuderos” o representantes en el cobro posterior de la reposición de votos. En el ejercicio democrático es válido que todos los ciudadanos sin distingo de ninguna clase tienen derecho a elegir y ser elegidos; y esa aspiración es legítima y asimilable a los candidatos que se postulan a representar los diferentes entes territoriales y que, en el caso concreto del Distrito de Barranquilla, este tipo de práctica se ha institucionalizado en los últimos períodos electorales e, inclusive, siendo reiterativos algunos de ellos en sus aspiraciones actuales. Parafraseando un viejo lema de la izquierda tradicional, el “análisis concreto de la situación concreta”, permite preguntar: si es “independiente”, ¿Cuáles son sus ideales? ¿Cuáles son los principios con los que va a regir su campaña y estando en el gobierno? ¿Su programa refleja en lo que cree y cuál es su metodología? ¿Es un programa que explique qué es lo que quiere hacer o solamente está lleno de generalidades y lugares comunes? ¿Cuáles son las fuentes de financiación de su campaña? ¿En qué sectores sociales se apoya? ¿La candidatura fue construida con esfuerzo ciudadano o con una estructura que proviene de un partido u otro grupo de interés? ¿Por qué es independiente o independiente de qué? ¿Cree o no cree en los partidos políticos? ¿Cuál es su relación con los partidos políticos en la campaña y en el futuro ejercicio de gobierno?

Atrevámonos a pensar en serio y a llamar las cosas por su nombre. Los candidatos por firmas tienen erogaciones en sus campañas políticas, pero éstas, en términos generales, son inferiores porcentualmente al pago que reciben por reposición de votos, ya sea en las dos direcciones: siendo electo o el hecho de haber obtenido una alta votación aunque no haya triunfado; que en términos económicos son sumas millonarias que no requieren de ningún tipo de auditoria o entrega de cuentas sobre su inversión una vez retornan a manos del candidato, muy coherente con la canción de Shakira tirándoselas de “ciegos, sordos y mudos”. Lo que ha terminado por constituirse en un gran negocio legal de muchos candidatos, donde a la final nunca se pierde, porque en este caso perder también es ganar. Y si se gana, bienaventurados, se gana por partida doble. De ahí que el negocio rentable convoca a la repetición cada vez que la ocasión lo amerita.

Es justo y amerita una reflexión profunda y reposada por parte de los ciudadanos, los movimientos sociales, los mismos partidos políticos y las organizaciones que se suman desinteresadamente a las candidaturas por firmas, que los candidatos al obtener los recursos provenientes de la reposición de votos sean tenidos en cuenta por el aporte hecho en el impulso de la campaña electoral de estas candidaturas representados en gastos operativos, transporte, logística y toda la serie de medios que demanda una campaña electoral.


Ante lo expresado es válido que las organizaciones políticas y sociales exhorten a los candidatos por firmas a definir unos acuerdos o compromisos orientados a la corresponsabilidad que exista entre quienes participaron y se comprometieron en la campaña, en términos políticos sobre los recursos obtenidos en la reposición de votos, entendida esta como una medida sana, coherente, transparente, de quienes dicen proclamarse gestores y representantes morales de los nuevos gobiernos, sin que se usufructúe la voluntad popular y el respaldo ciudadano para beneficio particular. La independencia total de los que suelen llamarse “independientes” no existe ni debería existir, porque es necesario que ellos dependan de la voluntad de sus electores, y no que caigan de la falsa lectura de que los movimientos o partidos políticos tienen un grado de afectación que le resta a sus aspiraciones, pero que en el fondo más bien se traduce esto en una estratagema o artificio para tener la libertad de no responder ante nadie.

PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA

DOMINGO 16 DE DICIEMBRE DE 2018
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