Por Hugo Castillo Mesino
En medio de la tarde clara,
pero con un poco de oscuridad por las ideas que afloraron cuando cayó la noche,
a un amigo muy cercano de sentimientos políticos y fundamentados, se le ocurrió
preguntarme ¿quién podría, en la perspectiva de gobierno, ser alcalde de esta
ciudad? Su pregunta me asombró tanto, antes que responder, formular los
siguientes cuestionamientos: en las redes y en otros medios se escuchan tres
candidatos de parte de la administración actual del Distrito, ¿es un juego, un
distractor o una propuesta? A todo esto, el sector político que hoy gobierna
con sus avances y desaciertos administrativos sumados a acuerdos
interpartidistas, en mi lectura no hay la menor duda en definir hoy o mañana
cuál es su candidato para las elecciones uninominales a la Alcaldía en el 2019.
Ahora, cabe reiterar otro interrogante: ¿Será que el sector político hegemónico
en el Distrito repetirá el ejercicio que hizo para Cámara donde aposto con triquiñuelas
y salió bien librado, se le puede ocurrir la "genialidad" de fabricar
otro candidato alterno al titular que van a promocionar con menos peso que
éste, pero con mayor peso que el que otras fuerzas alternativas puedan definir,
asegurando Alcaldía y la curul del Concejo por obtener el segundo lugar en la
votación de acuerdo a la Reforma Política? Y de esta jugada maestra o artilugio
logra contundentemente, una vez más, fortalecer su dominio político en el
Distrito.
Mientras que algunos avanzan
en sus estratagemas o maldades políticas, otros sectores alternativos o aspirantes
a la Alcaldía suelen plantear una consulta para escoger su candidato, pero se
les olvida que es poco lo que se trasciende cuando ésta se hace entre los
mismos que en las últimas jornadas electorales lo han intentado sin lograr
obtener capacidad de convocatoria, soslayando lo que afirmaba Albert Einstein:
"Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados
diferentes" y menos cuando se aspira a obtener cambios significativos
actuando equívocamente los mismos con las mismas. En el imaginario
colectivo se escuchan ideas que reivindican las consultas para el ejecutivo
distrital en la dirección de destacar su validez siempre y cuando éstas
garanticen la participación de la ciudadanía, lo cual refrendaría su naturaleza
democrática, determinando que esa gran masa gestaría consolidar las bases
reales de la campaña política al obtener resultados en la mira de la gesta
gubernamental distrital.
Una consulta implica poner al
orden del día un abanico de candidatos que respondan a una visión de las políticas
públicas donde su perfil y compromiso tengan la capacidad de orientar y
conducir a miles de electores que tienen la esperanza y la confianza de su
futuro candidato y alcalde del Distrito. Este tipo de consulta, es una de
las variables que encierran las estrategias electorales, debe estar aunada a la
percepción que se tenga de los sectores
políticos en contienda, lo que se traduciria en la construcción de un Programa
Estratégico, de, con y para la ciudadanía que satisfaga sus necesidades básicas
y que reivindique su empoderamiento en un nuevo modelo o proyecto de ciudad
inclusiva; dado que la política se concibe como la posibilidad de ser, por ello
reclama construir un Programa de Gobierno acompañado de un presupuesto
participativo que surja de las investigaciones y de los diagnósticos al
interior del contexto comunitario. Cuando se trata de hacer disquisiciones
electorales suelen aflorar estadísticas de los resultados anteriores al nuevo
momento electoral; pero carente de juicios valorativos.
Entonces, es cuando algunos
llamados emocionalmente politólogos vaticinan quien puede ser el alcalde. A
éstos se les olvida que los contextos electorales son diferentes y que lo determinante es medir
la capacidad de planeación, organización y ejecución que tengan las campañas
políticas para promover y vender al candidato, tal como lo propone el diseño
mercadológico o marketing político; y ésta es una de las grandes debilidades de
los sectores alternativos, traduciéndose en la falta de politización de la cual
nos habla Juan Carlos Monedero en su libro “Curso urgente de política para
gente decente” cuando señala que que hay
quienes se empeñan en aburrir a los ciudadanos para que no se interesen en esas
“cosas”, y que hay otros personajes que “nos prefieren ignorantes para
necesitar la orientación de los que saben”; por eso politizar algo es: hacer
consciente el conflicto inevitable entre los intereses de los individuos,
grupos y los del resto del colectivo con claridad a través de fundamentos, argumentos, análisis propositivo
crítico y prospectivo; mientras despolitizar es: negar esos conflictos. Es
común escuchar personas diciendo que no opinan de política; pues estas personas
que están despolitizadas, no se quieren comprometer en las dinámicas de la
democracia, y al final son los que, en la mayoría de casos, se ven afectados
por las decisiones políticas. A falta de ello se cae en abismos históricos, lo
que no permite en esencia ser gobierno.
PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
DOMINGO 3 DE DICIEMBRE DE 2018
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