Por Hugo Castillo Mesino
Llegamos a este planeta y andamos de tránsito,
viviendo y observando como pasan sobre nosotros los señoríos de siempre; al
igual, como pasamos los días y los años donde el común denominador han sido los
gobiernos y desgobiernos en un malestar agobiante e histórico de la ciudadanía
con el sello impregnado: “antes de nacer nos roban la esperanza”. Además de
robarnos, depredan los recursos renovables y no renovables; como si fuera poco
vilipendian, torturan, mutilan, estigmatizan y cercenan a un pueblo y a sus
dirigentes tildándolos eufemísticamente por décadas como los “hijueputas
cachiporros”, “dañados”, “bandoleros”, “nueveabrileros”, “guerrillos”, “castrochavistas”
y, ahora, “vándalos”, reprimidos por los chulavitas, perdón por el ESMAD. Cuando
sus activistas y marchantes plantean colectivamente reformar o transformar el “establecimiento”
la respuesta del gobierno, con dosis fascistas, es eliminarlos políticamente
con subterfugios jurídicos para que renuncien de sus sueños o asesinándolos
como ha pasado con los líderes sociales.
A partir de estas variables históricas es
cómo empecé a estudiar la historia
complotista de los gobiernos de mi país, situándome en la década de los años cincuenta,
cuando nací, y, que al tenor de este ensayo, estoy de onomástico, “coincidencia feliz” por ser otro mortal
postergado que dimensiona el vivir y que este a su vez se constituya en una “revolución
espiritual” en cada momento, sea cual fuesen las circunstancias y seguir
escribiendo, cantando, pintando, bailando, correr y volar la imaginación;
llorar y luchar por una nueva Colombia. En la década correspondiente al año 1.948,
que referencia el Bogotazo con el genocidio del líder Jorge Eliecer Gaitán, “a
la carga” en ese acontecimiento y levantamiento de masas aprendí a través de
mis lecturas a detectar la patología de la gobernanza y lo que son los
tentáculos de la corporocracia, oligocracia, plutocracia y la corruptocracia
que han perdurado por los siglos de los siglos en el país del sagrado corazón. Por
ello es válido hacer una reseña histórica a manera de síntesis de los periodos
de gobiernos presidenciales en manos de la oligarquías liberales y conservadoras, caracterizadas por
sus ciclos repetitivos y reparto de la torta nacional, al igual que el
fortalecimiento de sus élites y la acumulación
de capital como empoderamiento actual para seguir trazando políticas regresivas;
lo que permite visionar nuestra condición de actores sentipensantes, académicos,
intelectuales o autodidactas y apostar a ser preclaro definiendo cuáles son las
connotaciones de estas políticas nefastas e improvisadas y revanchistas del
gobierno en el ajedrez político de los partidos aliados al establecimiento,
responsables de la crisis que nos ronda y la falta de legitimidad del
Presidente Duque con un bipartidismo maniqueísta enraizado ahora con otras
nomenclaturas de hambrientos vendepatrias, untados de olor burocrático a espaldas
de la ciudadanía, sumados a ellos congresistas de las mayorías que terminan
aprobando las “reformas” en contravía a los propósitos del Paro Nacional.
Para Gaitán el pueblo queda fuera por causas
“antropológicas” o “biológicas”; para la oligarquía el “país político” es
exterior a lo social al “país nacional”, pues, representa un poder absoluto que
se ejerce sobre todas las actividades de la sociedad por el conducto de
estructuras intermedias que utilizan “hombres de inteligencia”, es un poder
externo a la sociedad que defiende sus intereses contra los del pueblo en su
totalidad; situación que se encuentra vigente después de setenta años de
gobiernos con la complicidad del parlamento. La conformación del Frente
Nacional no fue más que un acuerdo bipartidista, donde la solución de los
problemas estructurales del país terminó con la inauguración de los auxilios
parlamentarios como un nuevo tipo de clientelismo, luego los cupos indicativos
y ahora adquiere la modalidad del reparto de embajadas, consulados y la naranja
azucarada de Duque centrada en su partido con la subasta de la burocracia
ociosa a los congresistas que aprobarán el “paquetazo plutocrático”. Con el
trasegar de gobiernos surge la frustración de las expectativas a la
radicalización de López Michelsen y la represión con el Estatuto de Seguridad o
recortes a las libertades de Turbay Ayala; en ese orden de ideas la voluntad de
paz de Belisario Betancourt concluye con su soledad, empoderando a militares
cuestionados en el fuego de tanquetas que incendiaron el Palacio de Justicia. El
gobierno de Virgilio Barco con su estrategia “menos énfasis en el diálogo, pero
con mayor centralización de los programas”; César Gaviria que institucionalizó
el neoliberalismo privatizador de empresas, fomentando su doctrina de
prevalencia de lo privado sobre lo público y el individualismo imperante por
encima de la colectividad; siguiéndole sus homólogos Samper, Pastrana, Uribe,
Santos y Duque con reformas lesivas en detrimento del pueblo y concediéndole
beneficios al gran capital. “Antes de nacer nos roban la Esperanza”… ¡Feliz Cumpleaños,
históricoespiritual... Repensemos a Barranquilla y a Colombia!
PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
DOMINGO 15 DE DICIEMBRE DE 2019
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