Por Hugo Castillo Mesino
El aislamiento y distanciamiento social de
millones de colombianos ha creado un comportamiento diferencial del ser humano
en los espacios o moradas de convivencia como producto al temor del coronavirus,
expresado en los resultados de las bioestadísticas emanadas de la Organización
Mundial de la Salud y otras entidades prestantes que suministran informaciones
y analizan los datos estadísticos del cómo ha sido el crecimiento y
decrecimiento de los infectados, contagiados y occisos representados en
campanas gráficas como la de Gauss, con variables y proyecciones exponenciales
que arrojan los países más afectados hasta los lugares más recónditos del
planeta. Cabe preguntar si es la necesidad la que nos da el grado de ser humano
o es nuestra condición de animal ante la pandemia del coronavirus lo que hace
que nos preguntemos por la existencia y, a partir de esta situación, nos
humanizamos y paliamos por los otros; o, si, por el contrario, una vez que
desaparezca el virus pandémico nos convirtamos en el lobo estepario de Hermann
Hesse.
No todas las personas son necesariamente
humanas y no todos los seres humanos son personas; así lo establece la “comunidad
moral” que está vertebrada por sujetos que pueden dar permiso, defender sus
derechos y ser conscientes de sus deberes; aquí no caben los seres humanos que
no son personas, no forman parte, en sentido estricto de esa comunidad, porque
no son sujetos de derechos ni de deberes. Ante el enunciado y la verdad óntica,
le reiteramos al gobierno nacional del subpresidente Duque, al igual que a los
mandatarios regionales y empresarios locales; concretamente al Alcalde de
Barranquilla Jaime Pumarejo y a la gobernadora del Atlántico Elsa Noguera, a
quienes se les cuestiona y se les exhorta públicamente a responder con ética
pública: ¿por qué las empresas de
servicios públicos no congelan el pago de tarifas o se difiere, al igual
que los pagos del impuesto predial incluyendo todos los estratos; no convocan
al sector financiero a establecer formulas en el pago de los créditos e
hipotecas reduciendo los intereses, estableciendo periodos de gracia para los
créditos de consumo; no bajan en un 50% el precio de los pasajes del transporte
masivo; no conceden las universidades públicas y privadas periodos de gracia al
estudiantado en el pago de los derechos de estudios, entre otras? Señores gobernantes
y empresarios, existe un reto: o son humanistas o contribuyen a acrecentar la
pandemia. La mejor explicación o respuestas a lo planteado corresponde a los
hechos como soluciones.
Es posible caer en el engaño, pero no estamos
engañados siempre, dado que la realidad es aquello que se refiere a una
descripción completa del mundo. En esta pandemia tenemos que apostar a
alimentar el deseo de cambio en las circunstancias en que estamos, tener en
mente que lo que decidamos es el pasaporte para el Aquí y el Ahora. El
compromiso que haga con usted mismo es factor determinante y decisivo para
salir de la crisis; hay que apostar a salir de la actitud quejumbrosa,
lamentosa y no esperar que las cosas sucedan. Es necesario tener energía que
nos sirva de vitamina ejercitando nuestros músculos y cerebros. Debemos desarrollar
nuestra psicología aprendiendo que todo lo saquemos del alma nos sanará y lo
que guardemos nos destruirá; evolucionar rompiendo los mitos y emociones enfocando
la espiritualidad personal y tratar de descubrirnos con los otros lo que no
hemos percibido, virilizar el amor para aspirar a convertirnos en endorfinómanos
y esperar lo mejor después de que el barco arrime a feliz puerto y hallamos
ganado el ajedrez de la Existencia al coronavirus, eliminándolo.
Cada argumento filosófico es y permanece en una
senda a través de la jungla inmensa de las posibilidades que tenemos de
buscarlas y construirlas con nichos ecológicos humanos contribuyendo a la
comprensión, sirviendo de referencia en la perspectiva de una reingeniería
humana con pensamiento glocal; no existe la claridad absoluta. Hoy nos toca
convencernos con presupuestos ónticos que el concepto de Existencia no es
matemático, ni lógico y menos ser una propiedad autentica como se ha demostrado
a raíz de la pandemia del coronavirus.
La hermenéutica de la sospecha nos conduce a
hacer juicios reflexivos como si nos preguntáramos: ¿cuáles han sido los gestos
de solidaridad y hechos filantrópicos que denoten que los músculos económicos
de la ciudad y del país hayan tomado de sus ganancias o riquezas acumuladas, producto
muchas veces de la sobredimensión de la explotación de los nacionales que piden
clemencia y viven en la informalidad? El realismo de esta pandemia va unido a la
indiferencia consciente de aquellos que piensan más en su economía como Donald
Trump; donde la suerte de la humanidad atraviesa por una odisea ante la
supervivencia, cuando este magnate se considera dueño de la existencia de los
mortales. El espíritu y el mundo juntos hacen el espíritu y el mundo. Repensemos
a los que dicen llamarse humanos.
PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
LUNES 30 DE MARZO DE 2020
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