Por Hugo Castillo Mesino
Después de haber preparado en familia, con amor
y aciertos los más exquisitos platos, postres, dulces y bebidas con el nuevo
menú que surgió en circunstancias pandémicas, con la complicidad de las normas
de la urbanidad de Carreño, que desempolvé con la convicción que son pertinentes
ante el virus que nos asedia, alcancé a comprender la complejidad de la vida y
a preocuparme un poco más por estudiar la biopolítica y sus cambios e imaginar
que sucederá en el planeta y, fundamentalmente, en nuestro país y sus regiones
con el sistema de salud, el ejercicio de la política, el manejo arracional de
la economía, la preservación del medio ambiente, la educación, las políticas de
vivienda, el incremento del desempleo, etc., “un día después” de la pandemia.
Haber transitado por sendas experiencias en la
cárcel libertaria y preguntarles a mis adentros sobre coronavirus y si éste NO
lograba comprender que “la constancia vence”, dejando claro que a través del
tiempo y con la disciplina de todos, su virosis quedará relegada y borrada en la
odisea de la época. “Un día después” le dije a las manecillas del reloj y a los
salvajes inescrupulosos, lobos y depredadores. ¿Qué surgirá en el imaginario
colectivo planetario? Nacerá un mundo paradigmático producto de los hechos
vividos, donde la naturaleza humana transformará las reglas de juego, traducido
a la Biopolítica en el sentido de que es imposible hoy por hoy hacer política y
tener un cuadro del mundo sin tener una idea básica de lo que es la vida.
¿Lo descrito y analizado será la síntesis de un
nuevo mundo pensado por complejólogos y caotólogos (complejidad y caos) y otros
especialistas con la tributación de las ciencias complejas y clásicas, formando
así la ecuación: orden+desorden=organización? Al remitirnos a la obra de Carlos
E. Maldonado “Politica+tiempo=Biopolítica”, plantea que: “Es imposible
dedicarse y estudiar la política con seriedad si no se tiene una idea sólida
acorde a lo mejor del progreso del conocimiento, con respeto a lo que es la
vida en general y los sistemas vivos; y, así mismo”. Es válido preguntarnos si
el equipo de médicos, paramédicos y las instituciones de salud “un día después”
llegarán a transformar las condiciones infraestructurales y de servicios, al
igual que la situación de los trabajadores, a quienes hoy aplauden; si se multiplicarán
los recursos del sector salud público, para garantizar la vida de todos como la
expresión más alta de la naturaleza humana, derogándose la Ley 100, privatizadora
de la salud, entregada a manos de negociantes, siendo los mismos gobernantes.
De lo que se trata es de aniquilar el modelo
neoliberal como conducta económica que disfraza su política con la gobernanza,
sinónimo de gestión, que a nombre de la democracia plantea consensos
desconociendo la pluralidad y la diversidad; situando en primer plano el homus
economicus o liebre de cuello blanco, cosificadores del ser humano convirtiéndolo
en mercancía, a diferencia del homus político que defiende lo público y reivindica
la autonomía en la prestación de los servicios públicos.
Las potencias mundiales apuestan a la guerra
del petróleo protegida con la venta de armas, olvidándose de la seguridad
alimentaria del planeta. La política requiere, hoy por hoy, de un conocimiento más
amplio, acerca de los sistemas vivos; algo que se puede justificar desde
aristas tales como el calentamiento global, deforestación, desertificación,
acidificación de los mares, la biodiversidad, la importancia y naturaleza del
agua; sumado a la importancia de la nutrición y la soberanía alimentaria, el
cuidado del aire y los principios de una buena respiración; en fin, no en
última instancia el saber vivir y el vivir bien.
Una política ignorante,
se traduce en un instrumento de dominio, violencia y exclusión, guerra y muerte
finalmente. Por ello quienes ejercen control político ante entidades del Estado
a nivel nacional, regional y local deben comprender como imperativo categórico
que en cada determinación política el ingrediente nuclear es la vida; lo demás,
es secundario. El gobierno nacional anualmente anuncia el PIB como un referente
de progreso de la plutocracia; ojalá, “un día después” se vea reflejado en soluciones
a los compatriotas: la salud, el medio ambiente, la vivienda, el empleo, etc.; siendo
tratados
como una política de, en, y para la vida, o sea, una política de esperanza de
vida, real, realizable y comprometida. “Un día después” los gobiernos y el
analfabetismo emocional de la clase política en el poder comprenderán que en la
naturaleza no hay jerarquía sino niveles de cooperación que posibilitan la
supervivencia de ecosistemas, a diferencia de quienes aprueban contratos con
sobrecostos en tiempos del Covid-19, como las ratas de la corrupción en el
Atlántico y en otros departamentos. Las naciones y pueblos que dominen las
nuevas ciencias de la complejidad serán las encargadas de dirigir la sociedad y
la gestión del riesgo y de la crisis, como problemas de fronteras en su complejidad.
Repensar la vida.
PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
LUNES 13 DE ABRIL DE 2020
0 comentarios:
Publicar un comentario