Por Hugo Castillo Mesino
Vivimos en la sociedad del “Me gusta”, donde
estamos sometidos al “panóptico” tal como lo planteó Michell Foucault. Ahora
nos vigilan a través de los intramuros de las cámaras públicas de vigilancia,
drones, espías y por controles de tráfico y, sobre todo, por la red digital
desde el momento que entramos a internet o utilizamos el “smartphone”. Cuando circulamos
por las obras de Byung-Chul Han como “La expulsión de lo distinto”, “Psicopolítica”,
“La sociedad de la transparencia”, “En el enjambre” y “El aroma del tiempo”;
despiertan nuestro interés situándonos como consumidores pasivos sin
percatarnos muchas veces de que estamos sometidos a la hipercomunicación, alejándonos
de la posibilidad de pensar y perdiendo la capacidad de asombro, cayendo en lo
que Byung denomina el escenario del “Google Glass” donde transitan consumidores
digitales codificados como “Shitstorm” o “tormentas de mierda”.
La psicopolítica del Big Data o registros de
datos tiene como filosofía vigilar el comportamiento humano y ejercer controles
psicopolíticos con el “panóptico”, cuyo objetivo no era castigar sino regular
el crimen, el Big Data da lugar a una sociedad de clases digitales. La sociedad
del “Me Gusta” plantea problemas que pudiéramos abordar argumentativamente; así
se prolifera por Facebook donde lo que se expone es la persona que remite la
información, algo como buscar la forma de promocionarse y encontrarse a sí misma
y quienes son como él se convierten en una caja de resonancia; el arte y la
poesía pasan a un segundo plano y lo relevante es la uniformidad del “Me Gusta”,
“Me Encanta” y el “Dedito hacia arriba”, sin percatarse muchas veces del
contenido del remitente por tenerse una confianza recíproca que los hace
transparentes, dado que en la pantalla digital ya no se asombra
nadie.
En el infierno de lo igual el Big Data o
registro de datos, tiene 360 grados y sabe lo que hacen los internautas o
consumidores cuando escanean su presencia en internet; conociendo sus
actividades o preferencias, este es el objetivo central del panóptico digital,
saber lo que usted hace, siempre que esté conectado, quien con cinismo promueve
su lema “La transparencia”. Óigase bien, la de usted, la nuestra, la de todos,
pero no la de ellos, se implica en la política y es alarmante, las concepciones
sociales, personales, filosóficas… es más, va más allá de lo que usted puede
estar pensando. Que, en la visión de
Martin Heidegger, diría que hoy “el ruido de la comunicación, la tormenta
digital de datos e informaciones nos hace sordos para callar o retumbar de la
verdad y su silence o poder violento”; de tal forma que, la producción no es
productiva sino destructiva y la información es deformadora y acumulativa.
La proliferación de lo igual no es un cáncer,
es más bien un estado de coma, que carece por completo de la dimensión de
desconocer al otro negando la alteridad; a toda hora nos expulsan por ser
distinto, nos creen muñecos digitales presionados por alambres que esconden los
poderosos. La vida no nos interpreta como un ser social bioético; reitero, hoy
se registra cada clic que hacemos, cada palabra que introducimos en el buscador;
todo pasó en la red a convertirse en el “panóptico digital” que observa y
registra nuestra vida que se produce totalmente en la red digital; nuestro hábitat
digital proporciona una representación muy exacta de nuestra persona, quizás
más precisa o completa que la imagen que nos hacemos nosotros mismos.
El botón digital “Me gusta” es la cedula de
elección digital. Internet o smartphone son el nuevo local electoral. El clic
del ratón o una breve pulsación sustituyen el “discurso”. La propaganda se
mezclaría con la propaganda comercial. También el acto de gobernar se acerca al
marketing. Las encuestas políticas equivalen a una prospección del mercado. La psicopolítica neoliberal es la técnica de
dominación que estabiliza y reproduce el sistema dominante por medio de una programación
y control psicológico.
Lo que garantiza la transparencia no es la
soledad mediante el aislamiento, sino la hipercomunicación. El panóptico
digital esta sobre todo en que sus moradores mismos colaboran de manera activa
en su construcción y conversación, en tanto se exhiben ellos mismos y se
desnudan. El hombre postmoderno está arrojado a las cosas dadas, que acepta o
sufre, es un hombre repetitivo. En el aforismo de Nietzsche titulado “Principal
defecto de los hombres activos”, se puede leer: “Son activos como funcionarios,
comerciantes, eruditos, es decir, como seres genéricos, pero no como personas
singulares y únicas enteramente determinadas; en este aspecto son holgazanes…
los activos ruedan como rueda la piedra, conforme a la estupidez de la mecánica”.
El analfabetismo digital y su expresión panóptica nos permite hacerle eco a la
acumulación deformada de información cayendo en la hipercomunicación donde la
información nos deforma lesionando el repensar y el pensamiento crítico en
tiempos de pandemia.
PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA
LUNES 16 DE JUNIO DE 2020
0 comentarios:
Publicar un comentario