EL PODER PARA QUÉ
Tras el asesinato de Gaitán, Darío Echandía
pronunció aquella frase que ha hecho carrera en la historia política colombiana
ante las circunstancias en los espacios de poder y otro tipo de situaciones de
naturaleza distinta. Más tarde, con la violencia desatada, sería Echandía el
encargado de pacificar el Tolima. Esta frase parece consultar al estoicismo
filosófico y la concepción kantiana porque suele argumentarse en la
cotidianidad política como un “imperativo ético” que causa a veces humor
político por quienes la expresan. Según el filósofo Byung–Chul Han en su libro
“Sobre el poder” argumenta: “El término poder tiene múltiples
definiciones y usos... Esta palabra, como sabrán muchos de ustedes, se utiliza
para describir la facultad, habilidad, capacidad o autorización para llevar a
cabo una determinada acción”; Max Weber en sus aportes de “Economía y sociedad”
define: “El poder significa la probabilidad de imponer la propia voluntad,
dentro de una relación social, aun contra toda resistencia y cualquiera que sea
el fundamento de esa probabilidad”. Hay muchas acepciones sobre lo que
significa el poder: opresión, coerción, elemento constructivo de comunicación;
lo que amerita interpretaciones jurídicas, políticas y sociológicas distintas
en las cuales subyacen contradicciones a veces irreconciliables. El poder va
asociado con la libertad y la coerción, el poder no puede neutralizar la
voluntad de lo común y de las luchas reivindicativas.
En los países democráticos el poder es
legitimado por el pueblo mediante el voto popular, elecciones; pero, se le
suele considerar abusivo cuando se excede en el ejercicio de sus
funciones, en materias que están dentro del ámbito de otros poderes como la intromisión,
tal cual suele ocurrir cotidianamente en nuestro país cuando se presentan las
ternas mediadas por el burocratismo excesivo y las apuestas de cuotas a quienes
apoyan las postulaciones del ejecutivo, como en el caso de la nueva Procuradora
Margarita Cabello y los Procuradores Regionales, la designación y nombramiento
del Fiscal Francisco Barbosa, el nombramiento de los magistrados de la Corte
Constitucional, el Defensor del Pueblo, los presidentes del Congreso de la República,
el servilismo de los medios de comunicación de corte empresarial, las Fuerzas
Armadas y de Policía las cuales actúan con pronunciamientos deliberantes. Al decir de Byung-Chul Han: “Un poder superior es aquel
que configura el futuro del otro, y no aquel que lo bloquea… El poder libre
significa que el otro obedece libremente al yo”. En palabras de Niklas Luhmann
esto significa que “El ejercicio de violencia física no es una violación de
poder, sino una expresión de su fracaso”.
El “poder
inteligente” para Byung-Chul Han tiene formas muy diferentes de
manifestación: “La más indirecta e inmediata se exterioriza como negación de la
libertad. Esta capacita a los poderosos a imponer su voluntad también por medio
de la violencia contra la voluntad de los sometidos al poder… La técnica de
poder propia de neoliberalismo adquiere una forma sutil, flexible, inteligente,
y escapa a toda visibilidad. El sujeto sometido no es siquiera consciente de su
sometimiento”.
Quienes ejercen funciones en los cargos de
poder se someten así mismos a un entramado de dominación por la orientación
política que le dan sus jefes y la doctrina de los clanes que apuestan a las
inversiones en la obtención de cargos y la participación en los procesos
electorales; con motivaciones de “seudopoderes” estos son de tipo económico y
de contraprestación en la designación burocrática. El lugar que ocupan estos
funcionarios o de corporaciones públicas del establecimiento es que en vez de
ser independientes se hacen sumisos, por ello votan proyectos, nombran
funcionarios y se elevan a recibir la torta presupuestal de la contratación
pública y otras coimas.
El “poder inteligente” de la clase política
tradicional no existe por los niveles de sometimiento a sus amos y las
charreteras de sus partidos donde sus idearios tienen como identidad valores
económicos que le ponen precio a las “decisiones” al tiempo de votar, y se
jactan de “demócratas”. En la clase política tradicional y en los rencauchados
partidos no vamos a encontrar un poder inteligente seductor, sino represor;
tampoco el poder inteligente se va a ajustar, en lugar de disciplinarla, en la
psique de los funcionarios o sujetos de las corporaciones públicas viciadas; no
se le puede pedir peras al olmo. El poder inteligente, según Byung-Chul Han, “nos
exige compartir, participar, comunicar nuestras opiniones, necesidades, deseos
y preferencias; esto es, contar nuestra vida”. El poder amable es más poderoso
que el poder represivo de la clase política nuestra y de toda su maquinaria. El poder cuando es inteligente, libre y amable
logra estimular a la ciudadanía, seduce, se hace más efectivo. Repensar el
poder represivo por el poder inteligente.
MARTES 13 DE OCTUBRE DE 2020
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