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EMPEZAR POR EL FINAL Y VICEVERSA

                      EMPEZAR POR EL FINAL Y VICEVERSA



Por Hugo Castillo Mesino

Amo la irreverencia como una forma de ser diferente ante los diferentes. Es ser divertido en ámbitos como la literatura donde puedo aventurar con pensamientos e ideas sublimes e invocar al filósofo François Marie Arouet conocido como Voltaire, quien nos enseña, según Carme Arrufat: “A escribir desde el humor la irreverencia y la transgresión. A huir desde las solemnidades a tomar la vida y los textos con sentido el humor. Al no tomar las reglas como algo inmóvil. Me recuerda que podemos ser transgresores. A huir de los convencionalismos y atreverse a ser original…”; por ello intitulo “Empezar por el final y viceversa”.

En la obra “Confieso que he vivido” de Pablo Neruda, al desenlace de la misma llama la atención este párrafo-síntesis que hace historia: “Aquel cadáver que marcho a la sepultura acompañado por una sola mujer que llevaba en sí misma todo el dolor del mundo, aquella gloriosa figura muerta iba acribillada y despedazada por las balas de las ametralladoras de los soldados de Chile, que otra vez habían traicionado a Chile”; Salvador Allende  bombardeado en el “Palacio de la Moneda”, donde los hombres que defienden la patria eran los esbirros de la dictadura de Augusto Pinochet auspiciada por el gobierno de EE.UU.

Neruda, en el capítulo “Patria Dulce y Dura”, escribe: “Con mucha frecuencia los antiguos anarquistas —y pasará lo mismo mañana con los anarcoides de hoy— derivan hacia una posición muy cómoda, el anarcocapitalismo, guarida a la que se acogen también los francotiradores políticos, los izquierdizantes y los falsos independientes”; al igual que los denominados independientes de “qué” para no comprometerse con nadie.

En el final de “Ensayo sobre la lucidez” José Saramago dice: “El perro viene corriendo desde dentro, olfatea y lame la cara de la dueña, después estira el cuello hacia arriba y suelta un aullido escalofriante… Entonces un ciego preguntó. Has oído algo. Tres tiros, respondió el otro…”. Era el régimen oprobioso de Portugal que el nobel José Saramago denuncia en su ensayo, cuando no se podía decir que la nieve era blanca porque significaba “voto en blanco”, cuando “siempre ganaban los mismos”; como en nuestro país, a diferencia que nosotros votamos. En Portugal los ciudadanos eran observados como en tiempos del “Panóptico” de Michel Foucault en su obra “Vigilar y castigar”.

Los vicios electorales al inicio de las elecciones en Portugal se pueden leer al comienzo de ese ensayo en la siguiente frase: “Mal tiempo para votar, se quejó el presidente de la mesa electoral…”; siempre era mal tiempo para votar dado que no existían garantías para que la ciudadanía se expresara libremente y antes de las elecciones ya se sabían los resultados.

El concluir literario de “La peste” de Albert Camus permite apoyarme en siguiente párrafo: “Pues él sabía que esta muchedumbre dichosa ignoraba lo que se puede leer en los libros, el bacilo de la peste no muere ni desaparece jamás, que puede permanecer dormido durante decenios en los muebles, en la ropa…”; la gente vive confiada por decisión gubernamental al decretar el “aislamiento selectivo con distanciamiento” cuando el virus está coleando.

 Al principio de su obra Camus le da un manejo de cronista histórico al introducir: “Los curiosos acontecimientos que constituyeron el tema de esta crónica se produjeron en el año 194… en Oran”; pensar que este lugar fue sitiado con medidas extremas de naturaleza coercitiva con cierre de las fronteras, a diferencia de nosotros que las abrimos bestialmente con el Covid-19.

Al cierre de tan esplendida connotación de “El lobo estepario”, Hermann Hesse relata el autor “Érase una vez un individuo, de nombre Harry, llamado el lobo estepario. Andaba en dos pies, llevaba vestidos y era un hombre, pero en el fondo era, en verdad, un lobo estepario”; este lobo tenía y sigue teniendo dos naturalezas: una humana y otra lobuna y los hay en los gabinetes, partidos, instituciones, etc. Leía en el arranque de esta obra: “Alguna vez llegaría a saber jugar mejor el juego de la figura”; el personaje central es Harry, quien aprendería a reír en tiempos de su ejecución. ¿Cuándo ejecutarán así sea virtual a centenares de lobos depredadores de lo público?

De “La Metamorfosis” de Franz Kafka recojo uno de sus aspectos: “Gregorio Samsa despertó de un sueño intranquilo y se encontró convertido en un enorme insecto… y fue como una confirmación de sus nuevos sueños y buenas intenciones, cuando al final de su viaje, la hija se puso de pie e irguió su cuerpo joven…”; su viaje la liberó de su atormentada estancia con una vida llena de prejuicios.” La familia escondía su tronco para no afrontar la realidad ante la sociedad de la mentira, donde estaba inscrito. Repensar la comprensión lectora para empezar por el final y viceversa.

PUBLICADO EN EL DIARIO LA LIBERTAD DE BARRANQUILLA

LUNES 5 DE OCTUBRE DE 2020
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