#OJO AL 2022
Alcancé escuchar al periodista Daniel Samper
Ospina referirse al hashtag del expresidente en libertad “#Ojos abiertos con el
2022”, afirmando que el uribismo sigue aspirando para el próximo periodo
presidencial a que el ciudadano vote con miedo, y expresa su preocupación por
la pérdida de la esperanza ante la manipulación de la tendencia totalitaria capaz
de absorber las ramas de los poderes públicos y acabar con el Estado Social de
Derecho apelando al odio, al temor y a calificativos mafiosos sobre las instituciones; por tanto
hay que diseñar una agenda pública contra la desigualdad que el exsenador en
libertad, niega, reflejando su pasado oscuro y tenebroso. Debemos abrir
espacios para candidatos del futuro. Al exsenador se le abona abrirle los ojos
a los colombianos saturados de gobiernos genocidas que violan los derechos con
estadísticas siniestras de crímenes y de corrupción; razón tiene el nobel
García Márquez cuando decía “¡Viva la paz con los ojos abiertos! Porque creo
que la paz que estamos tratando de encontrar no puede ser una paz ciega, sino
una paz con ojo de cóndor”
Ahora, las elecciones presidenciales para el
2022 van a estar antecedidas por las elecciones en los EE.UU. entre el
demócrata Joe Biden y el republicano Donal Trump, las cuales marcarán una pauta
en sus resultados, dado que el artilugio del republicano es también macartizar
para captar votos en la población incauta con el lema político del peligro que
el “castrochavismo gobierne a los EE.UU.”, un presagio como el sexo de los
ángeles. Para analizar las estratagemas del uribismo en la actual coyuntura
crítica y sus lineamientos ideológicos, técnicas con sus influenciadores
mediáticos, es trascendental englobar las siguientes preguntas: ¿Cómo confrontar
y proponer ante la manipulación de la mediocracia del uribismo y el Centro
Democrático?, ¿Cómo construir y desarrollar una cultura política visionaria
ante el ciudadano preocupado por las pretensiones del establecimiento de reiterar
su gobierno en el 2022?, ¿Qué métodos y técnicas de anulación y de desenmascaramiento
debemos implementar?, ¿Qué factores ideológicos, emocionales y psíquicos
debemos tener ante la política del odio y el miedo?, ¿Qué antifaces ideológicos
impiden reconocer el malestar que genera la desigualdad social?.
Los interrogantes materia de análisis con
visión política futura son de hondo calado y hacen alusión al fenómeno político
de los últimos 18 años: la estrategia comunicacional de la ultraderecha. Eso, a
mi juicio, está por encima de cualquier personaje político incluido Uribe, aun
cuando haya sido éste el más grande beneficiario de esta estrategia. La
estrategia congrega varias claves: 1) Se
basó en acontecimientos bien diseñados y ejecutados para propiciar la atmósfera
de esa estrategia comunicacional. Los diálogos del Caguán Farc-Gobierno de
Pastrana, su extensión e inutilidad, el plan paralelo de intromisión de EE.UU.
y su armería, no solo como apoyo sino de manera directa y su agresiva
propaganda de desprestigio a la insurgencia crearon las condiciones para la
popularización de la agenda política de la ultraderecha. Luego del rompimiento
de los diálogos del Caguán, Uribe pasó de 5% de intención de voto a ganar en
primera vuelta.
2) En esa estrategia comunicacional concurren
muchos elementos de manipulación: a) El dominio en la atmósfera de lo político
de la lógica amigo-enemigo. Todo lo que en la agenda política no concite
pasiones sobre todo de odio o miedo tiene baja atención ciudadana o carece de
ella. b) La incultura e ingenuidad política de las mayorías sociales juegan un
papel complementario a favor de esa estrategia comunicacional. c) El discurso
político no es una manifestación espontánea sino una acción de diseño
supremamente importante y vital en la lucha política. d) Con base en lo
anterior se diseñan varios ejes temáticos de manipulación emotiva con el fin de
poder siempre generar polarización y capitalizarla a favor; así, por ejemplo,
en las elecciones presidenciales anteriores Petro y Fajardo eran comunistas y “castrochavistas”,
Vargas Lleras era una extensión del castrochavismo santista. En las pasadas
vencieron a Antanas Mockus en segunda vuelta, entre otras cosas, por ser ateo,
mientras que Santos, para ese entonces candidato del uribismo, figuraba como un
creyente católico. El discurso religioso, la ideología de género, el comunismo,
la guerrilla, el “castrochavismo” constituyen ejes de polarización emotiva bajo
la lógica del amigo-enemigo que ha distinguido la estrategia comunicacional.
Parafraseando a Carolin Emcke, en su libro “Contra
el odio”, plantea que el miedo y el odio es una aprehensión ante el ciudadano y
esto tiene que ser importante: significativo, peligroso y poderoso; así lo
concibe el exsenador en libertad quien sigue creyendo que la tierra es plana y
probablemente le preocupa muchísimo la idea de caerse por su prontuario. La
obligación del periodista no es concederles razón a todos los lectores, ni
apoyar de entrada y sin condiciones a los movimientos sociales y partidos de
mayor o menor calado, sino analizar sus motivos, sus argumentos, sus estrategias,
sus métodos y criticarlos si es necesario. Repensar el “#Ojo al 2022”.
LUNES 19 DE OCTUBRE DE 2020
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