LISTA CERRADA ¿ESPANTAPÁJAROS?
“La lista cerrada es el tiro que estalla en el aire y que provoca la desbandada”: Daniel Mendoza Leal – Creador de la serie “Matarife”.
A partir de esta reflexión se ilumina el accionar político que, a su vez, puede oscurecer la dinámica y la rentabilidad política con miras a las elecciones del 2022, donde se conjugan factores y variables en el ajedrez político camino al Palacio de Nariño. Es apenas connatural e histórico que, frente a las decisiones tomadas con referentes conceptuales, estratégicos y de cálculos electorales, asumamos con suma racionalidad lo que implica la conformación de la lista abierta o cerrada al Senado y, por qué no, a la Cámara de Representantes. Lo que permite sentar posición ante estos posibles escenarios.
El “Pacto Histórico” es una coalición de partidos de izquierda, alternativos y progresistas; entre los cuales hay cuatro con personería jurídica: Polo Democrático Alternativo, MAIS, UP, ADA; además, lo conforman alrededor de 16 organizaciones sociales, sindicalistas y Movimientos Políticos como: Fuerza Ciudadana, Partido del Trabajo de Colombia, Unidad Democrática, Todo somos Colombia, Somos porque somos, Fuerza de la paz, Fuerza de la Constituyente y otros.
Al interior del Pacto Histórico el debate se suscita entre la definición de las posiciones que reivindican la conformación de la concepción y formas de las listas: quienes se inclinan por la “lista cerrada” aducen que es la forma como se puede garantizar realmente la participación de la mujer y de diversos liderazgos sociales en el Congreso de la República; mientras quienes están por la “lista abierta” aducen que en ésta cada quien trabaja por sus votos y hay un mayor interés motivacional, lo cual garantizaría una mayor participación en la representación, partiendo de la experiencia en el 2014 con el Centro Democrático y con el partido Mira con lista cerrada, pero que en el 2018 con listas abiertas alcanzaron un mayor número de curules. En la discusión y decisión final no hubo consenso y, por tanto, decidieron someter la decisión a votación a través de la figura de un “Colegio Electoral” de 32 personas, conformado por todos los congresistas que hacen parte del Pacto Histórico y por cada uno de los representantes de los partidos y de los movimientos políticos y sociales que lo conforman. El resultado fue 22 votos a favor de la “lista cerrada” y 8 por la “lista abierta”, de estos últimos 7 votos corresponden al Polo Democrático Alternativo y un voto al Partido del Trabajo de Colombia.
Producto de la decisión tomada, no por consenso como corresponde a una coalición de organizaciones y matices políticos que no constituyen un partido político monolítico, ha provocado la aparición del “síndrome del espantapájaros” en varias regiones del país: en Nariño ya hay sectores decididos a hacer pronunciamientos contrarios a la “lista cerrada” en la perspectiva de retirarse del Pacto Histórico; igual situación se gesta en Antioquia, Atlántico y el Magdalena donde se rumora la posibilidad de que la organización Fuerza Ciudadana, si no se replantea la decisión, se retire del Pacto Histórico e ir en búsqueda de acuerdos con la Alianza Verde en la conformación de la lista al Senado.
La lista cerrada implica un ordenamiento discriminatorio de sus integrantes fundamentado en una supuesta superioridad trascendente de su rol sobre los otros; lo que se revierte en el trabajo “mancomunado” de todos solo para favorecer a los primeros, como una práctica reiterada que estimula el oportunismo afectivo de quienes se encuentran cercanos a los que tomarán la decisión final y la arquitectura del orden de la lista, acrecentando una relación clientelar del accionar político que poco se diferencia al quehacer institucionalizado por los partidos tradicionales de oficio. Al decir de Sara Tufano, socióloga y analista política, en su Twitter: “Les aseguro que la decisión del Pacto Histórico por la lista cerrada es de una falta de visión política sin precedente”.
La lista abierta expresa un ordenamiento aleatorio de sus integrantes, si bien refleja también un reconocimiento al posicionamiento previo del trasegar histórico que portan los sujetos al momento de confeccionar la lista; lo que se revierte en un trabajo mancomunado de todos para todos a partir de la motivación particular en la aspiración de ser electos que, en teoría, todos tienen posibilidades dependiendo de su capacidad de convocatoria y proyección sociopolítica. Se constituye también en un estímulo a los nuevos liderazgos regionales en su proyección real comunitaria como ruptura ante quienes pretenden hipotecar los movimientos sociales y políticos de manera hegemónica y vertical al amaño de intereses autocráticos pretendidamente nacionales.
¿De dónde surge el precepto de que la lista cerrada es el instrumento para transformar la composición y correlación de fuerzas en el Congreso cuando se pondera resultados electorales más allá de la lectura que tengamos sobre la crisis y la falta de credibilidad del sistema y de los partidos aliados de gobierno? Repensar la conformación de las listas para que los espantapájaros no hagan su agosto.
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