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CARNAVAL EN LA PROVINCIA

                                   CARNAVAL EN LA PROVINCIA


Por Hugo Castillo Mesino


Los Carnavales en la Provincia. Es la aldea en carnaval, es el mundo del carnaval del cual no escapa mi pueblo de referentes tradiciones, relatos, fantasías, inventos, disfraces, comedias vestidas a lo carnestolenticos “El que lo vive es quien lo goza”. Sentarse a recordar es revivir y construir historias de carnaval de pueblos y ciudades; seducido por el “Dios Momo” invite al primo Hector Castillo Camargo, asiduo lector y constructor costumbrista a un conversao y entonces resurgieron relatos.

El carnaval de la Provincia se iniciaba con la “Lectura del bando” acompañado de hojas en blanco que simulaban un decreto de carnaval, anunciando en cada esquina con sátiras y humor, como: “Lucia deja de estar aumentándole el valor a la carne”; “Antonio esa leche tiene mucho verdín”; “José los pasteles de tu mujer no tienen carne”; mientras el hombre del tambor avanzaba al son de la música alegórica en carnaval.

Las candidatas del reinado eran elegidas a traves de campañas de recolección de dinero y quien obtuviera más fondos, era la reina. Estas eran custodiadas por la guardia pretoriana ante el robo de “La banda de negros” provenientes de pueblos vecinos. A la provincia llegó por primera vez la reina del Carnaval de Barranquilla, Clarissa Lafaurie, acompañada del “Poeta de los Negros”, “Pacho Bolaño” a coronar a Natividad Castillo Angulo, su edecán el relator. Pacho con sus manos melodiosas y su música vernácula despertaron a vivos y muertos donde las piedras danzaron hasta el amanecer.              

Los salones de carnaval estaban distantes los unos de los otros con nombres alusivos según los temperamentos en estos coincidían: Euclides Mendez, Segundo Mendoza y Augusto Otero, lo llamaban el salón de “Los Rabiosos”

Lo insólito, era el salón de Lacides Roca, se iniciaba el 24 de diciembre por ello “Arbolito de Navidad” situado en casa de Rita Sarmiento, con piso de caliche; al final del baile los bailadores salían disfrazados de blanco por los pies a diferencia de la maizenada en la cara. El “Arbolito de Navidad” conto con el primer carro de mula que invento el propietario del blancuzco salón; en las cuatro esquinas donde se realiza el “Festival de la Piedra” funciono el “Salón Tropical” de Leoncio Mares; al otro extremo en el barrio abajo se encontraba el “Salón de la señora Mushula”; a la entrada del pueblo viniendo de Barranquilla, por donde  “Barcasnegras” opero el salón de “Miguel Otero” y cabe recordar el salón de carnaval de “Aniano Anaya” lugar donde guardaba su camión “El Agrado” que transportaba su reina y visitaban pueblos; y en ese mismo orden, el “Salón de José del Carmen Sarmiento” conocido por su disfraz el “Padre Corroncho” quien oficiaba misa y a falta de sacerdote, colocaba la cruz de ceniza.

Al bailar en los salones se daba la modalidad del “tiquete” el parejo pagaba cinco pesos por melodía, a la pareja le entregaban tiquetes liquidados al dia siguiente por la administración del salón. No obstante, había personas que preferían pagar doscientos pesos durante el baile de carnaval para no ser molestados por los cobradores de tiquetes, su pareja no recibía tiquetes dado que bailar, era social o familiar, más no comercial. Cuando no había “Picó” lo hacían con banda, quien pedía una melodía, por ejemplo “Festival en Guararé” la pagaba; a las bailadoras de tiquetes se les exigía vestir faldas y cachuchas, para armonizar el movimiento de caderas; el parejo sacaba provecho apretándola le decía “para eso, estoy pagando”; algo así, yo bailo es para limpiar la hebilla. 

Los disfraces se caracterizaban por hilos familiares que iban desde herir sentimientos hasta las riñas. El disfraz Llevaba en su garganta un sillón de burro del lado de la espalda y al agacharse era como si fuera un burro; no era más que un mensaje al hombre diciéndole que su mujer lo tenía como un burro. Mientras el otro tipo vestido de mujer con una barita y una cabuya; simulaba que tenía que acatar la orden de la mujer.

Basta recordar la creatividad para montar comedias; recuerdo disfraces sobre crítica social en mi pueblo natal “Arroyo de Piedra”, en el que no escapaba la Junta de Acción Comunal ante las discusiones y diferencias que salían a relucir a lo largo y ancho de calles pedregosas matizadas con una nota de humor que le ponía sabor tanto a actores y público; al igual que Arturo quien cogía un saco y se lo tiraba al hombro e iba de casa en casa, llegaba a la cocina  y cargaba con toda la vitualla que encontraba, no escapaban gallinas, pavos y patos que salían a relucir después de los sancochos.

El día de Joselito Carnaval concurrían a la cancha de Futbol los cinco Picó comandado por “El canario” situados en forma estrategica; mientras Joselito recibía el tiro de escopeta; convirtiéndolo en una bola de candela, pateada por asistentes del concierto como fin de los cincos días de carnaval.


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