¿PACTO HISTORICO EN CUIDADOS INTENSIVOS?
“Buenos para quejarnos, pero malos para cambiar de lo que nos quejamos” Al analizar los resultados electorales de las corporaciones públicas del 29 de octubre de 2023, se observa lo que muchos seguidores del gobierno del “Cambio por La Vida” de Gustavo Petro, iba a ocurrir. Es decir, maquinarias aceitadas de la politiquería tradicional con sus acostumbradas compras y ventas de votos, control de contratos y presupuestos, el constreñimiento que ejercen sobre los funcionarios que manipulan, sumado a los aliados permanentes que tienen en los barrios empobrecidos que salen a paliar el hambre con envilecidos billetes que le dan los calanchines políticos que dicen llamarse “dirigentes comunitarios” de las barriadas.
Los resultados reafirman una vez más, que los colombianos son muy buenos para quejarse inútilmente y de manera fatalista de las situaciones que padecen a diario por un régimen político que sin escrúpulo y sin piedad los somete a toda suerte de violaciones a sus derechos y su dignidad, para finalmente seguirlos sosteniendo en el poder, en una especie de resignación que los sumerge en una pasividad que raya en el masoquismo.
El cuadro se agrava cuando por parte de los que se dicen partidos y movimientos alternativos de la izquierda tradicional en particular sus burócratas seudodirigentes apoltronados en esos grupos se erigen como los adalides de la “verdad” y terminan con sus posturas dogmáticas y excluyentes impidiendo el debate democrático y sin contacto con los problemas de las comunidades promueven el “cambio” con viejos discursos sin ninguna solidez que de cuenta de las necesidades de la gente, sobre todo, sin orientación que apunte a la organización y educación política de las comunidades.
Es importante reconocer por primera vez en la historia política de este país, que en razón del fenómeno COVID 19 se generó la gran explosión de inconformidad nacional en el 2019 al 2021 que desnudo la incapacidad del régimen del gobierno de Iván Duque. En ese contexto nace la idea fuerza del Pacto Histórico lanzada por Gustavo Petro que sirvió para unir a fuerzas alternativas, sumándose miembros de los partidos tradicionales para facilitar un proceso de gobernabilidad en el Congreso como en el Ejecutivo y disminuir el clima de polarización dejado por el régimen uribista. Pero el gobierno no la ha tenido fácil, el establecimiento sigue desde todos los ángulos apostándole a la polarización y a la confusión, es decir la guerra mediática y psicológica para terminar de alienar y desorientar al ya de por sí, despistado pueblo colombiano.
Ante esa ofensiva mediática y política del régimen , el gobierno, los partidos y movimientos políticos alternativos no han tenido una estrategia política que facilite la unidad del campo popular y se traduzca en el fortalecimiento de sus organizaciones y el despertar de las comunidades, por el contrario se observa que los se agruparon en esa idea fuerza del Pacto Histórico se olvidaron que no tenían el poder, lo que se había logrado era el Ejecutivo-, pero el resto del poder como parte del Congreso sigue en manos del régimen y de los grupos económicos y elites políticas tradicionales, quienes continúan haciendo uso de él, poder que les permite -unidos- contener las posibilidades de las reformas que propone el gobierno de Gustavo Petro.
Esto, sumado a la fuerte herencia clientelista y a los elevados niveles de corrupción que lamentablemente caracterizan al sistema político colombiano. Sin olvidar la violencia en zonas donde el estado se encuentra ausente, realidad que es aprovechada por los grupos ilegales cuya presencia desprecia a la democracia como forma de gobierno.
Hablar de salida a esta situación política a favor del campo popular es compleja porque depende del grado de conciencia política que tenga el pueblo Colombiano, es decir del conocimiento de su realidad y la predisposición de actuar organizadamente para salir de ese círculo vicioso de la pobreza y la opresión al círculo virtuoso del ejercicio de sus derechos, su dignidad y libertad; los partidos políticos y movimientos sociales alternativos deberán apoyar al gobierno, validar la autocrítica y replantear sus prácticas políticas anacrónicas y estar mas cercas de las necesidades de las comunidades.
Finalmente, los dirigentes colombianos en casi toda la mayoría olvidan aquel axioma que, en la Argentina republicana defendió, Domingo Faustino Sarmiento: “Gobernar es educar”. Sí, una república necesita la concurrencia de ciudadanos cultos y educados en la forma en que se toman las decisiones que influyen en el ámbito de lo público. Una democracia moderna jamás funciona si los ciudadanos no tienen acceso a una educación de calidad que les permita desarrollar aquellas virtudes públicas necesarias para el funcionamiento de un sistema republicano. Este ejercicio periodístico es producto de un conversatorio con los profesores Alexander Vega Lugo y Jairo Ibarra Lozano,
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