"EN AGOSTO NOS VEMOS"
La capacidad narrativa y descriptiva del Nobel Gabriel García Márquez en su novela póstuma “En agosto nos vemos”, es una muestra más del artífice del realismo mágico en la literatura universal, donde entrelaza a sus personajes inmersos en situaciones familiares y socioculturales que terminan consumiéndose en el amor a través de las andanzas a escondidas de sus propias realidades: Ana Magdalena Bach, una mujer sin rostro, pero con un corazón al servicio del erotismo y de la atracción fatal, abierta a ser seducida por diversos pretendientes en un juego de azar aleatorio orgásmico, por ser la última de cerrar las noches de derroche y sosiego.
La protagonista se desenvuelve en medio de la ciudad y de la naturaleza que la llevan a la Isla donde reposan los restos de su madre y que toma como escapatoria de su marido Doménico Amarís, director y profesor del conservatorio; lanzándose a la búsqueda de nuevos placeres, hospedándose en hoteles lujosos donde mostraba sus habilidades en el baile y resaltaba sus atributos físicos en función de quienes la tomaban como el trofeo de la noche y la llevaban a la cama hasta el amanecer, sin saber el nombre de su amante ocasional; solo recuerda los veinte dólares que le dejo uno de ellos en su primera ocasión dentro del libro que leía “Crónicas marcianas”; quedando marcada en su sentir interior como si fuera una “puta”.
La Isla, escenario espacial donde transcurre la trama, está inscrita de marginalidad y opulencia: niños desnudos, vehículos desgastados, hoteles suntuosos medievales y modernos, ambiente propicio para llevar los gladiolos y tulipanes al cementerio, y de regreso volver a vivir con sorbos de ginebra, en medio de la música, el baile, donde los cuerpos encendidos concluían celebrando la ceremonia del sexo con un nuevo amante desconocido que, al final, por noticias televisivas resultó siendo un estafador y proxeneta que había asesinado a dos de sus clientes.
Ana Magdalena respiraba el amor por la lectura de clásicos literarios, su hijo y su hija Micaela formaban parte del conservatorio; esta última, solía llegar a casa a altas horas de la noche, siendo recriminada por su madre quien la trató de “puta”, en un contrasentido existencial. Al final, Micaela termina ingresando a un convento con la complacencia de sus padres, y Ana Magdalena continúa alcanzando estrellas en sus noches fogosas de cada agosto programado para visitar la tumba de su madre.
El andar de la protagonista es el descubrimiento de lo erótico a su nivel y en búsqueda de su igual haciendo provocaciones para conseguir cada vez un nuevo amante que la sedujera. En otra ocasión se encontró con su compadre Aquiles Coronado como turista en la Isla quien siempre estuvo enamorado de ella, por lo cual, viendo la oportunidad, no perdió tiempo en asediarla, obteniendo como respuesta: “Entre compadres es pecado mortal”. Posteriormente se encuentra en el hotel con un hombre de nacionalidad holandesa al servicio de una empresa de servicios técnicos, quienes al no hallar cupo deciden buscar un lugar apartado para alojarse juntos; no obstante, para ella fue una noche sin porvenir inicial por aflorar gustos contrarios, dado que le gustaba que la sedujeran, pero el holandés llegó tirándose en la cama expresando: “Esta es la noche de mi vida” y en su maestría la llevó a sucumbir en un abismo feliz; le dejó una tarjeta de visita para ser encontrado con todas las garantías del mundo. Quiso detenerla y le preguntó si volvía, recibiendo como respuesta: “No, es una ley de Dios”.
Hay tantas cosas que pensar, como las situaciones vividas e imaginadas en la lectura de “En agosto nos vemos”, y una de las tantas es que Ana Magdalena termina viviendo del todo en su ciudad con su familia como si nada hubiese pasado, siendo que la gente comenta que la infidelidad no se ve, aunque se de a diario. Ahora, esta narrativa literaria con tramas, variables y estrategias amorosas, porque no decir, más bien, plenas de arrebatos eróticos y sexo, me hace pensar que el basamento literario de la obra tiene un sello, a mi juicio, autorreferencial, que puede tener nombre propio, dado la naturaleza del lenguaje del autor y por la misma controversia, acepciones, diferencias al publicar esta obra, donde en la misma está inscrita la posición del editor y de los prologuistas, sumado a ello los borradores, que nos trasladan a inferir el mundo erótico del Nobel.
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