EL ESPÍRITU DE LA ESPERANZA
El espíritu de la esperanza inspira para actuar, infunde una pasión por lo nuevo, de este modo la acción pasa a ser una pasión, quien no sueña hacia adelante con la mente puesta en el futuro no se atreve a recomenzar, sin el «Espíritu de la esperanza» la actividad se reduce, también va a ser o a resolver problemas, en palabras de Byung- Chul Han.
Estamos asediados por los fantasmas del miedo, las pandemias, las catástrofes, las guerras, y los misántropos. Mientras «La esperanza» no permite recuperar una vida en la que vivir sea más que sobrevir, dado que el miedo crea un ambiente depresivo, propiciado por la concepción neoliberal, atentando contra la condición de ser libre. Al parafrasear a Byung- Chul Han «El espíritu de la esperanza» en su preludio, infiero que los sentimientos, angustias, resentimientos empujan a la gente a adherirse a los populismos de derecha, en las coyunturas electorales; son capaces de sacrificase o crear tragicomedias al no tener candidatos con opción presidencial.
La democracia según los griegos no admite discusión, es democracia, es incompatible con el miedo y prospera cuando creamos un ambiente de reconciliación y diàlogo, por tanto, no debe dar miedo pensar, a pesar que hemos perdido el valor, no tenemos independencia cognoscitiva. Esto es relevante en las estructuras políticas de capillas, en los partidos políticos de las izquierdas y progresistas, donde reina el bogo-egocentrismo, a ello no escapan las regionales; es hora de pensar en la vicepresidencia por el Caribe y hacer ruptura ante la idiotez de lo utilizado.
El miedo es una estrategia conceptual que busca el conformismo para cerrar las puertas de lo distinto, bajo el lema «Siempre ha sido asi» donde hay miedo es imposible la libertad de la que tanto se habla, su lógica es reprimir, peligra el otro, el otro que manipula y direcciona para sostener a quienes lo sostienen; lo que se demuestra en estas estructuras políticas u orgánicas, es su inmadurez, se les reconoce de hacer siempre lo mismo, para no hacer nada, es caer en la mismidad.
Óigase bien, no es lo mismo pensar con esperanza que ser optimista. El optimismo carece de toda negatividad. La esperanza supone un movimiento de búsqueda de lo intransitado, de lo desconocido, de los abiertos hacía lo que todavía no es, porque no se queda en lo oído y lo qué es, pone a lo que aún está por nacer, sale en busca de lo nuevo, de lo totalmente distinto, de lo que jamás ha existido, es dialéctica.
El optimista como el pesimista son ciegos para las posibilidades, carecen de imaginación para lo nuevo, por lo general sus propuestas son las mismas y son incapaces de apasionarse con lo que jamás ha existido, son resistentes al «Cambio». «El espíritu de la esperanza» supone un avance, trabaja para avanzar en plenas tinieblas, sin tinieblas no hay luz; los partidos de las izquierdas y el progresismo aún no logran interpretar y transformar, por estar sujeto a Petro.
Un presente que no sueña tampoco genera nada nuevo, un presente así no tiene pasión por lo nuevo, entusiasmo por lo posible, ganas de comenzar de nuevo, pensar en la felicidad, la libertad la sabiduría, la caridad, la amistad, la humanidad o la solidaridad. La esperanza no se cansa de invocar, constituyen un horizonte de sentido que brinda un significado de orientación a la acción.
La esperanza prevé y presagia, nos da una capacidad de actuar y una visión de las que la razón y el intelecto serían incapaces, aviva nuestra atención y agudiza nuestro sentido para percibir lo que no existe, lo que no ha nacido, lo que apenas a punta en el horizonte del futuro. En realidad, la esperanza precede la acción y no al revés.
El lenguaje, la poesía representa una porfía, mientras habla el poeta seguirá habiendo esperanza en el mundo. La esperanza es el fenómeno de la escritura, la poesía es un lenguaje de esperanza en una de las parábolas de Franz Kafka «La esperanza contra toda esperanza», es significativo que el personaje de la parábola se llame desesperanzado.
Comunicador Social y Periodista (*)
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