CIUDADANO SIN MIEDO A SABER
Fernando Savater, filósofo español, es autor de más de seis decenas de libros diversificados que sitúan al lector de acuerdo al ámbito en que se mueve; sus nombres dentro de la curiosidad filosófica dinamizan: la aventura de pensar, a rienda suelta, sin temor ni temblor entre tantos. Las empresas mediáticas al lado de los «clanes insertos en la oposición de gobierno» se dan la tarea de obnubilar al ciudadano ante las nuevas realidades políticas; por ello retomo a «Savater» en su obra «Diccionario del ciudadano a saber» pertinente en roles de las políticas y significa «el abandono de parte del hombre de una minoría de edad y cuyo responsable es el mismo. Enmanuel Kant.
El diccionario ofrece un punto de partida razonable y razonadamente claro para el debate plural de la ciudadanía. Son los ciudadanos quienes sustentan el sentido, el sentir político de la comunidad y no al revés. Paul Barry Clarke «Ser un ciudadano pleno significa participar tanto en la dirección de la propia vida, tener conciencia de que se actúa en y para un mundo compartido con otros. El ciudadano favorito de las autoridades es el idiota, ósea, quien anuncia con fatuidad «Yo no me meto en política».
Ningún ciudadano está exento de acatar la Constitución, pero este respeto debe exigirse mucho más a quienes ocupan puestos de autoridad y también de los que gozan de mayores privilegios. Los partidos de izquierda y derecha democráticos no se diferencias de nuestros días por ser más o menos reaccionarios, ni más o menos autoritarios, ni por su respeto a las libertades personales, sino sobre todo por importantes matices en sus planteamientos económicos.
En la derecha prima ante todo la iniciativa individual sin demasiadas restricciones, la libertad empresarial, y la gradual sustitución de los servicios públicos por, prestaciones privadas costeadas por los usuarios. Mientras que la izquierda favorece los derechos de los empleados, su protección social más allá de los criterios de rentabilidad y la retribución de la riqueza por medio del mantenimiento, mejora de los servicios públicos y la seguridad social.
Mientras que todos los partidos que se dicen de derechas suelen ser fundamentalmente de derecha, algunos de los que dicen de izquierda lo dicen solo a ratos. Por sus obras y proyecto deberéis juzgarlos, no por sus siglas. «El fin del Estado es pues, verdaderamente, la libertad» «Debemos ser y además parecer.» Baruj Spinoza. Cada uno de nosotros posee múltiples identidades o prefiere múltiples claves de identidad, de acuerdo con la diversidad, actividades que desempeñamos y las relaciones que guardamos con los otros.
¿Qué es la Opinión pública?: lo que en la democracia ateniense fue el ágora, la plaza pública a la que se iba a ver y escuchar a los demás, los que constituye hoy los periódicos impresos, la televisión, la radio, blogs y todo lo abigarrado complejo de internet. No hay medios de comunicación perfectamente neutrales y objetivos. Debía haber una asignatura escolar que enseñarse a leer periódicos, ver la tv, escuchar radio, o manejar las fuentes de internet.
El objetivo no es – no debe ser- «conseguir una opinión publica sólida, sino mejor una opinión personal suficientemente fundada y argumentada». Hannat Arendt distingue bien entre ambas cosas: la «llamada opinión pública» tiene siempre algo de avasallador y hasta totalizante, una vez decretada, los ciudadanos tienen miedo de discrepar de ella y le aceptan como un automatismo más de su vida. En cambio, la «opinión personal» es la señal distintiva del ciudadano maduro, es decir, de quien lucha contra la ignorancia.
Uno de los mayores peligros de la democracia es que se configure en una casta de «especialistas» en mandar, ósea, políticos profesionales, normalmente sin competencia en ninguna otra profesión que se conviertan en eternos candidatos de los partidos a ocupar los cargos electivos. Hay que luchar contra esa «especialización» dañina y engañosa. Ser progresista no es dejar llevar por el supuesto piloto automático del progreso. El sectario quiere que los suyos salgan a toda costa, aunque el conjunto del país sufra en su armonía e incluso corra peligro de desmoronarse, el sectarismo es apoyado por la izquierda y derecha.
Comunicador Social y Periodista (*)
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