MÁS SOMBRA PARA EL SEÑOR
Parafraseando a la escritora Rosa Montero en su libro «La Loca de la Casa» los escritores soñamos con encontrar el crítico, aquella persona respetuosa, sensible que reconoce sus errores; pero resulta fabuloso, es irreal como el unicornio, aunque nos topáramos con alguien así, nos costaría bastante aceptar los juicios negativos y las críticas negativas. Las críticas positivas son un lecho de rosas, incultas, benévolas y llenas de prejuicios; pero las críticas de los medios de comunicación por lo general, en fin, son un conflicto perpetuo.
La sombra era vista por millones de seres sedientos que hizo del invencible vencido, asi lo recuerdan almas exiliadas y familiares a quienes exhibieron en ataúdes, veredas, pueblos y grandes ciudades; mientras primaba su silencio cómplice. Otros observaban la pantalla del televisor y las redes al responsable exsenador. Miles de colombianos aparecieron con las botas al revés y luego «Las Cuchas» abrazando flores fúnebres de su amor filial, con la única información de la desaparición.
Al otro lado en las intramural los ojos de quienes contribuyeron a su fama endemoniada, hoy abandonados en cepos y huyendo sólo por la sombra de sus acciones; todo el mundo lo observa de pie a cabeza, con la palabra vacía, camina y saluda con la hipocresía del verdugo, se ríe con aire cultural en su historial oscuro, según su “corazón grande” están los resultados explicables a sus espaldas.
El día avanzada y el comienzo del mes, eran asediado por la gente de la calle, decían eso apenas es el inicio, es un prontuario judicial dónde el invisible actuar lo hace culpable jurídico, aunque los seguidores acuden a lo político para minimizar el final condenatorio, no se cansa de señalar y calumniar, con su peligroso tono de obispo colonial, auto resaltando favores, medallas, trofeos, premios por Convivir, conceder licencias a pilotos de Aerocivil, tener amigos de la capital de Ecuador, dar vacaciones forzadas a quienes hicieron curso de autodefensa. Hoy los miran desde los Panópticos del Norte imperial y otros lugares del planeta, parecían sentirse gritos de alegría por ver la «sombra de aquel señor» que no se cansa de decir trabajar, trabajar, trabajar.
Millones de colombianos testigos de cómo se desvanece el poder, en la medida que se leía de las mil ciento catorce páginas de justicia; las señoras de casa administradoras económicas recordaban las altas tarifas de los servicios públicos por él y antecesores donde mintieron que lo privado es mejor que lo público y que decir de las «victimas múltiples».
La gente se reunía en las esquinas, se llamaban por celular, no se desprendían del televisor, recordando que el invencible vencido, con su mutismo silencioso de masacres que hoy laten en recuerdos vivos de un ayer y un hoy incierto; entre tanto las víctimas y la solidaridad mantenía sus ojos y oídos abiertos como voces que retumban, decían «culpable, culpable» pero no suficiente «las madres de Soacha» aspiraban verlo con “esposas” la justicia tarda pero no olvida, no solo para los de ruana también para quien usa poncho y carriel, parado en seco por la jueza, «por qué no se calla».
Todo lo sólido se desvanece, pero la sombra como en los tiempos de las «Cavernas de Platón» en su defensa material el invisible, acusado, visible para todos, tenía que quemar todos los cartuchos, se acordó en su apelación la importancia de sus gobiernos y sacó a relucir sus maldades demoníacas, aciertos burocráticos, depredador del erario, prendió las turbinas de odio incendiaria, llamó amigos trumnianos, empresarios aliados, egresados de Uniantioquia de su época, abogado; pero tarde, en tanto la jueza tomaba agua.
Para él la defensa material no era jurídica sino política creyó que era presidente, olvidándose de las víctimas. En su discurso cargado, estratégico, preparó condiciones para el “7 de agosto por las libertades y la democracia en Colombia”; donde se escucharán voces llenas de odio y venganza. A diferencia de lo que dice la dramaturga Sasha Mariana Salzmann en «Contra el Odio de Carolin Emcke», «Nadie dice que es por ser como eres» a la vez una treintena de presidarios han actuado a sus espaldas, incluyendo al encadenado.
Comunicador Social y Periodista (*)
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